Image: América

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Novela

América

Joaquín Pérez Azaústre

3 junio, 2004 02:00

Joaquín Pérez Azaústre. Foto: Luia Álvarez

Seix Barral. 304 págs, 17’50 euros

Al inicio de América un escritor llamado Scott, que ha tenido un fulminante éxito con su primera novela, se dispone a leer una obra ante un grupo de admiradores en Nueva York.

En la parte siguiente, Scott viaja a París. En la capital francesa charla y bebe con varios amigos; tiene una grave crisis con su mujer, Zelda y, en un casi permanente nimbo etílico, discute con un par de escritores, una promesa inédita llamado Robert Felton, y con otro autor de su generación, Hem. En la tercera y breve parte final, regresa a América y trata de enderezar el rumbo descarriado de su trabajo. Podría tratarse de la historia de unas gentes cualesquiera, pero aunque no se precise más el nombre de Scott y Hem, ni se mencione el título de la novela famosa, el lector enseguida comprende que se trata de dos notables autores de la "generación perdida" norteamericana, Scott Fitzgerald y Hemingway. Esta primera novela de Pérez Azaústre hace una biografía novelada de los comienzos del creador de A este lado del Paraíso (el libro no citado) centrada en dos ejes: la existencia disipada del mujeriego, exagerado y anticonvencional Scott Fitzgerald y el dilema del escritor entre ser literariamente honesto o cambiar la exigencia por las lentejas.

No se le escapa al lector el propósito de explicar el valor simbólico de la literatura como medio de captar la realidad y recrearla. En la novela, sin embargo, predomina una fatigosa sucesión de preocupaciones peculiares de los letraheridos: el temor a la falta de creatividad, la angustia por la perfección, el precio a pagar por las concesio- nes, la importancia de la técnica... También se añaden disquisiciones culturales. América encierra un micromundo asfixiante de escritores, revistas minoritarias y librerías que sirven de marco a veladas poéticas. En esta hipertrofia total de lo literario casi naufraga lo único que acerca a la obra a los conflictos de los seres comunes, la dura vivencia del fracaso amoroso que aflige a Scott Fitzgerald. A punto está de escapársele esta notable veta dramática a Pérez Azaústre, pero la rescata en el último tercio de la novela, donde se ve que tiene dotes de narrador capaz de conducir con buen ritmo una anécdota de interés humano y que maneja una prosa narrativamente eficaz.

Hasta llegar aquí su novela deja mucho que desear. El asunto, las cominerías de los escritores y el juego del autor apócrifo son pura urticaria juvenil que suena mil veces leído. Tampoco la forma ayuda. El autor abusa de las imágenes y metáforas gratuitas, utiliza calificativos caprichosos, emplea términos de un modo inapropiado (no significan lo que él supone)... Este envaramiento expresivo es lo peor del libro, pero ese otro tercio, de expresión más llana y sincera, permite albergar esperanzas en logros futuros.