Image: Casi inocentes

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Novela

Casi inocentes

Pedro Ugarte

14 octubre, 2004 02:00

Pedro Ugarte. Foto: Arnaldo Antuna

X Premio Lengua de Trapo. Lengua de Trapo. Madrid, 2004. 220 págs, 17 euros

Desde hace un siglo se repite que el argumento es un factor poco importante de una novela. Así opina con intransigencia un sector de las gentes de letras, que no la mayor parte de los lectores. Pues una buena historia sigue siendo un elemento novelesco de primera categoría. Y eso, una buena , intensa y actual historia es la materia prima de Casi inocentes.

Pedro Ugarte cuenta en este libro un caso posible, tal vez incluso real. Un inmigrante polaco, Piotr, rescata del fuego a un bebé, León, y sufre quemaduras que le marcan el rostro. Los padres del niño, Alberto y Regina, establecen con Piotr una relación de dependencia basada en una inconcreta y tiránica obligación. Ello acarrea grandes consecuencias para los cuatro personajes. Esas consecuencias se presentan con una disposición de suspense bien concebida y bien desarrollada, y en sí mismas constituyen un elemento importante, gancho novelesco meritorio que mantiene alerta la atención hasta el desenlace.

La relación entre los protagonistas proporciona la materia de una novela psicologista, que presenta y analiza los conflictos interiores de unas personas afectadas por circunstancias especiales, y se desentiende de otros factores, al punto de que el escenario (Bilbao), ni siquiera se menciona. Esto requiere unos retratos singulares y convincentes, y lo son los del misterioso Piotr, la silenciosa Regina y el muy problemático Alberto, que giran en torno a León.

Hace, pues, Ugarte una novela de personajes, que sitúa en un contexto actual nada oportunista, y con ellos, con sus conflictos, plantea un racimo de cuestiones de envergadura filosófica. Casi inocentes trata de la paternidad. También aborda el imperativo ético del comportamiento, y el conflicto de la culpa. Y a todo ello se refiere con un alcance trascendente. Asuntos de enorme carga especulativa, pero que no afronta a la manera discursiva habitual en los narradores centroeuropeos, sino dando mucho relieve a la aventura personal. Hay en Ugarte ante todo seres afectados por un drama muy duro y complicado. De ahí la encarnadura infrecuente en una novela de proyección intelectual.

Al lado de estos méritos, Casi inocentes tiene su flanco débil en la forma. La historia la narra en primera persona Alberto, lo cual obliga a que se atenga al tipo de expresión y a los contenidos verosímiles en un modesto administrativo. Sin embargo, de pronto dice cosas imposibles en él por rebuscadas y como profundas. Además, olvidando los progresos técnicos de la literatura para expresar los conflictos de la mente, Ugarte opta por un procedimiento tradicional pobre. No anulan estas pegas el valor de una novela interesante, densa y de lectura conmovedora, pero lo reducen mucho y no permiten que se alcance el efecto artístico posible en una historia tan buena.