Novela

El mundo se acaba todos los días

Fernando Marías

24 noviembre, 2005 01:00

Fernando Marías. Foto: Iñaki Andrés

Premio Ateneo de Sevilla. Algaida. 2005. 298 páginas, 19’50 euros

Ningún narrador hay en la España actual tan voluntariamente entregado a una inventiva fuerte como Fernando Marías. Sus novelas están impregnadas de una imaginería libérrima, unida a una afición a contar historias que roza el fervor.

Esta tendencia genérica, propia de un fabulador nato, la acompaña de una preferencia por situaciones anormales y por peripecias excepcionales. Nunca, hasta donde conozco, ocurren en las novelas de Marías sucesos comunes, ni sus personajes se acercan a la gente corriente porque prefiere arriesgarse tentando el límite de lo insólito. De estos principios participa también El mundo se acaba todos los días. El propio título apunta en la dirección señalada. Con él propone un sentido existencialista de la vida, y convierte esa imagen en una vivencia desesperanzada del mundo mediante una historia trágica cuyo desenlace se emplaza en el año 2015. No es una novela futurista, sin embargo, y tal datación sólo se debe al propósito de potenciar el conflicto poniéndolo en un marco cronológico y ambiental singulares. En esa fecha alcanza su desenlace una tórrida historia de amor entre un dibujante de cómics entregado con furor al alcohol, Miguel, y Amparo, la más famosa y perversa presentadora de la televisión, capaz de desenmascarar la mentira social con sus inmorales manipulaciones.

Aquel "amor a primera vista y para siempre" sucedió tiempo atrás y tuvo dos grandes ciclos, primero una suma exaltación, luego la caída en el abismo del dolor y la enajenación. Se sigue, así, al hilo de una idea tomada del novelista Conrad, desde la "línea de sombra", o momento de plenitud y madurez, hasta su opuesto, el "gran instante negro" de Miguel. Esta última situación se da cuando Amparo ha hecho público que agota sus últimos días por una enfermedad letal y él acude a buscarla. Otros materiales se añaden a esta trama. Las memorias de Amparo sirven para poner de relieve la podredumbre moral de nuestra sociedad. Los detalles sobre el cómic justiciero de Miguel, "Nocturno", difunden un pensamiento nihilista.

La novela se demora en su último trecho en un debate feroz entre Miguel y su doble, entre las dos personalidades irreconciliables del personaje. Y se cierra con un golpe de efecto que viene a ser la victoria del engaño. Con ello el autor completa su personal visión de la realidad, fraguada de vidas en el límite de la tragedia, caracteres escindidos o marcados por la patología y circunstancias excepcionales. Además, el retrato sirve de marco a divagaciones sobre la pasión, digresiones de corte filosófico cultural, comentarios sobre la actualidad social y política y específicas denuncias de la degradación literaria y televisiva. Bajo esta variedad y complejidad de asuntos se intuye que la intención final de Marías es trazar un inquietante panorama del futuro conjugando dos perspectivas dobles, una intelectual y emocional, y otra personal y colectiva. Para alcanzar esa meta, el autor pone en juego sus sobradas condiciones de inventor de historias, a las cuales, sin embargo, les ronda el peligro del exceso. Si se sometiera a un mayor control la fuerte imaginería del libro, resultaría más eficaz su ácida reflexión sobre el mundo actual.