Novela

A pedir de boca

José Manuel Fajardo

15 diciembre, 2005 01:00

José Manuel Fajardo. Foto: Pablo Viñas

Ediciones B. Barcelona, 2005. 305 páginas, 18’50 euros

La trayectoria narrativa de José Manuel Fajardo (Granada, 1957) ha seguido una progresión sin desfallecimientos, desde Carta del fin del mundo (1996), su primera novela, hasta la última, pasando por El converso (1998) y Una belleza convulsa (2001), distinguida con el premio Charles Brisset.

A pedir de boca es un título con doble sentido por la dilogía buscada en su enunciado. Pues las palabras escogidas de una frase del Quijote ("todo esto ha de suceder a pedir de boca") encierran el esperanzado final de la historia narrada y también una permanente alusión a la importancia de las artes culinarias en la vida del protagonista y en la composición de la novela, con simetrías y contrastes muy significativos que van desde las ostras del comienzo, asociadas a la infancia del narrador, hasta el pastel rumano de "cozonac", que remite a la infancia de su pareja durante la dictadura comunista.

A pedir de boca desarrolla una historia con varias lecturas por sus múltiples ingredientes. En su dimensión individual es una historia de amor que deja su desenlace abierto a la esperanza, tras el azaroso viaje de los amantes por América y Europa. Esto último la convierte en una novela de aventuras, con episodios de amores contrariados y de lucha por la vida en el mundo convulso de finales del siglo XX. Y de aquí se alimenta el alcance colectivo de la novela, con implicaciones en la historia de Europa, tanto en la infancia del protagonista en continua incertidumbre durante las postrimerías del franquismo y la transición, por la militancia comunista de su padre, como en el miedo en la niñez y adolescencia de su amante rumana, estafada por los esbirros de Ceaucescu.

Ambos amantes se juntan en París a finales de los 90, Omar como cocinero en un restaurante cabaret del Barrio Latino, Marina como bailarina. Omar es el narrador de la novela. Todo se cuenta desde su perspectiva, complementada con acierto por lo que otros personajes, sobre todo Marina, descubren en sus diálogos con el narrador. Entre los mejores logros de la novela destacan la naturalidad y fluidez con que alternan presente y pasado en la narración de Omar. Desde su presente narrativo en París, Omar va recuperando su peregrinar por el mundo, desde sus recuerdos de infancia en Gijón, con el sueño de ser marinero y las detenciones de su padre, hasta su aventura amorosa y laboral por México.

Pasado y presente alternan en la narración de Omar. En la voz del narrador, también en los diálogos con personajes mexicanos, la lengua se enriquece con el uso apropiado de voces y giros del español de México. Lo cual constituye otro acierto de la novela, así como las bien dosificadas informaciones sobre las comidas preparadas en el cabaret parisién. Pero el acierto mayor está en la habilidad con que se ha logrado expresar el peso del pasado, integrando en un relato unitario el plano individual de la relación entre Omar y Marina y su alcance colectivo en la historia de ambos conectada con los problemas de otros inmigrantes en este París multirracial que tiene su microcosmos en el cabaret del Barrio Latino.