Image: Juego de niños

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Novela

Juego de niños

Carmen Posadas

4 mayo, 2006 02:00

Carmen Posadas. Foto: Esteban Cobo

Planeta. Barcelona, 2006. 350 páginas, 21’50 euros

La incierta percepción de la realidad y la existencia de un fondo secreto en las personas bajo el cual se suelen ocultar motivos inconfesables son asuntos habituales en la obra de Carmen Posadas. Por otro lado, la escritora hispano uruguaya mantiene amplia relación con la infancia: aparte de hacer literatura para niños, en uno de sus títulos aborda la relación entre madre e hija.

Su nuevo libro, Juego de niños, constituye una especie de summa de esos intereses y preocupaciones, pues todos ellos se encuentran y se entrelazan en él. Se trata de una novela bastante compleja cuya notable ambición viene estimulada por ese carácter abarcador y, presiento, por el propósito de sentar plaza de autora densa. Y, a decir verdad, no falta seriedad, acompañada de gran destreza, en este extenso relato.

Juego de niños cuenta la historia de una escritora, Luisa, que anda preparando una novela de intriga acerca de la muerte de un niño. En la primera parte de la obra, se incorpora el borrador de la propia novela de Luisa con tipografía de las antiguas máquinas de escribir. La otra novela, la que funciona como marco, discute y critica la interpolada; descubre, además, la estrecha relación entre ambos textos, especie de muñecas rusas construidas en paralelo sobre el esquema del relato criminal. No sólo ambas novelas se parecen; también la historia actual duplica unos hechos: uno de los amigos de infancia de Luisa murió en apariencia por accidente y en la actualidad se repite el episodio con la muerte de otro niño, hijo de esos antiguos amigos reencontrados ahora.

La segunda parte de la novela, entera en boca de Luisa y ya sin textos interpolados, ahonda en las circunstancias de ambas muertes y entra de lleno en un motivo capital de la obra, el carácter de la infancia como una etapa marcada por una crueldad perversa e inexplicable, y no como edad inocente.

Esta idea no convencional y políticamente incorrecta funciona al modo de tesis, y habría bastado con ella para hacer un entero relato conflictivo y no poco interesante. Sin embargo, al hilo de esa propuesta Carmen Posadas añade otras cuestiones también por sí mismas de gran calado: la más repetida es el problema de la verdad y las apariencias, sostenido en el principio de que nada es lo que parece; también insiste en un tema muy de su predilección, los misterios y secretos, conscientes o inconscientes, que anidan siempre en la conciencia haciendo que los comportamientos queden determinados por esas zonas oscuras de la psique; en fin, se muestra con insistencia que la vida es el reino de la casualidad. Menos espacio explícito, pero no pequeña importancia, poseen los apuntes sobre la culpa, el peso de la memoria o la idea de que todos somos reos.

Variados y relevantes asuntos, como se ve, que darían, independientes, para varios relatos distintos. Aunque en Juego de niños estén bien hilados en una trama unitaria, su acumulación resulta agobiante. Y es que si de algo peca Juego de niños no es de simplicidad, sino de un punto de exceso en lo especulativo y trascendente. Les acompaña, además, un copioso culturalismo de citas y referencias, y de teorías y comentarios acerca del arte de novelar, bastante perspicaces, por cierto, y que indican la seriedad con que Posadas hace su trabajo. En una de estas reflexiones, llena de gracejo y puesta en boca de un editor argentino, se distingue dos tipos de autores, los que miman con trampas al lector y los que lo aguijonean y conmocionan. Carmen Posadas está a favor de los últimos, sin duda, y la deriva trágica de su historia lo confirma, pero no ha sabido hurtarse a los planteamientos de los otros, sobre todo en el empeño de adensar y complicar la obra.

éste es el punto débil de Juego de niños, una novela construida con pericia y profesionalidad extraordinarias, con un cuidado infrecuente en estos tiempos tan abundantes en escritura rápida y chapucera, y que merece la pena leerse.