Inés del alma mía
Isabel Allende
21 septiembre, 2006 02:00Isabel Allende. Foto: Antonio Heredia
Conviene aclararlo desde el principio: no es éste un ejemplo del mejor hacer narrativo de Isabel Allende. Inés del alma mía es un libro menor de una escritora obstinada y valiente con más de veinte años de solvencia narrativa atiborrados de vidas marginales y fantásticas; y chilena. Entre sus novelas títulos como Eva Luna o De amor y de sombra…. ejemplarizan un estilo sostenido en audacias imaginativas que han cultivado a incontables lectores. Ahora, el nombre de otra mujer le disputa el primer plano: "Inés Suárez", española (1507-1580), rescatada por la autora, tras rastrear su grandeza y su valentía, para llenar el vacío de su historia. Ella fue, junto a su amante Pedro Valdivia, quien participó en la fundación de la ciudad de Santiago y en la conquista de Chile. Para contarlo la autora se lo juega todo a la carta de la crónica novelada, aclarando que se limitó a narrar los hechos tal como fueron", y a "hilarlos con un ejercicio mínimo de imaginación".De esa apuesta por la crónica colmada de datos, por la exactitud del trasfondo histórico rebosante de sucesos y personajes reales, por el empeño testimonial al que subordina las marcas de su estilo se derivan los quiebros del empeño, mengua el sentido narrativo y se resiente el resultado, que es un esfuerzo obstinado y loable por reconstruir, desde la intuición y sobre la realidad de una figura femenina, la historia de su vida en la España de Carlos V y la colonización de Nuevo Mundo. A esa resolución de ampararse en la Historia supedita la trama y la dosifica en seis capítulos que le permiten acotar escenarios y espacio temporal, de manera que comienza en "Europa, 1500-1537" y acaba en "Los años trágicos 1543-1549" que conducen a "La guerra de Chile, 1549-1553".
Todo un relato épico documentado en clásicos como La Araucana de Ercilla, contado desde la vejez por la protagonista, que decide escribirle a su hija Isabel sus vivencias desde la infancia extremeña, hasta que tomó la decisión de abandonar una sociedad que le asfixiaba para seguir el rumbo de su primer marido, que partió hacia El Dorado. Le habla de los "vuelcos" de la fortuna, del "escarnio" al que fue sometida, de la barbarie y el canibalismo… de su misión como "gobernadora" de un nuevo "reino" .
Su discurso trata -en vano- de seguir el orden natural de los hechos y de recrear con minucia todos los detalles, pero no acierta con el tono sostenido y sometido a un único registro, ni con el ritmo de la acción, lento y denso, ni reiterando excusas ante los inevitables "errores" de quien escribe desde la memoria… De ahí que al lector le desborde la peripecia histórica a cambio de ninguna sorpresa argumental, y el final no mejora sus expectativas. Se echa en falta la sutil seducción de otros relatos. No, definitivamente no es un ejemplo de la mejor Isabel Allende, capaz de mejores empeños.