Novela

La fortuna de Matilda Turpin

Álvaro Pombo

16 noviembre, 2006 01:00

Álvaro Pombo. Foto: Sergio Enríquez

Premio Planeta 2006. Planeta. Barcelona, 2006. 448 páginas, 21’50 euros

Con ese ingenio tan suyo, álvaro Pombo ha definido su trabajo como psicología ficción. Esta creativa fórmula da aproximada idea de la minuciosa labor de exploración en complejos mundos interiores desplegada en La fortuna de Matilda Turpin. Al modo de la novela experimental decimonónica, sólo que libre de determinismos socioambientales, pone en juego las sutiles relaciones entre varios personajes y extrae el resultado probable de confrontarlos. Recluidos esos caracteres en el espacio de una casa campestre, y al hilo de un común pasado problemático, originan un conflicto de desenlace trágico. La estricta sujeción a ese meollo anda tan cercana al género dramático que bien podría haber adoptado la forma de pieza teatral.

El argumento parte de la avasalladora influencia en su círculo íntimo de Matilda, mujer fuerte y de acción, dedicada a negocios financieros y recientemente fallecida. La trama se muestra en dos bloques. Uno cuenta su matrimonio con un filósofo ensimismado y hedonista. El otro se localiza en la finca familiar de Santander donde se ha refugiado el marido y refiere los traumáticos vínculos de éste con sus allegados: los tres hijos, la nuera y un matrimonio de sirvientes.

Atento el autor sólo a la intimidad, apenas se concede otra licencia que apuntes paisajísticos y se concentra en el tratamiento de un puñado de cuestiones: la maternidad, las relaciones entre padres e hijos y de pareja (con historias separadas que abarcan la homo y la heterosexualidad), el amor, la muerte y el duelo, el rencor, la venganza, la amistad retribuida, la fuerza creativa del dinero, el espíritu vitalista y el papel de la mujer en el tiempo presente. Pombo trae a capítulo tales asuntos con el propósito de mostrar reflexivamente una serie de valores morales. Esta meta diferencia su novela de la narrativa psicologista tradicional y determina su peculiaridad artística que consiste en tomar su materia como soporte de una teorización y no como pura fábula de pasiones buenas y malas. Su destreza radica en combinar con un buen efecto literario lo novelesco y lo especulativo. Lo novelesco reside en los conflictos de los personajes, en sus caracteres marcados por la bondad o los malos instintos, por el
egoísmo o el desprendimiento.

Lo especulativo procede de un muestrario de recursos. El más obvio es la mención de pensadores, la glosa de páginas filosóficas, y la cita expresa o no de otros textos, sobre todo poemas (por cierto, atribuye por error los versos de Machado "oscura la historia y clara la pena" a Guillén). Otros rasgos más contribuyen a la atmósfera especulativa: una prosa amiga de constantes figuras retóricas y un narrador que actúa como si estuviera contando y a la par valorando los hechos en una cercanía conversacional. A ello se añade el carácter poco realista del matrimonio de criados. Esta pareja no deja de ser una excentricidad, aunque se avale su verosimilitud con el precedente de la conflictiva relación entre empleados domésticos y señores en el exquisito círculo de Virginia Woolf. Sin embargo Pombo no pretende un reflejo sociolaboral. Su ideación artificiosa facilita que la novela vuele hacia horizontes de reflexión ética y contrapesa otros elementos costumbristas (la melodramática historia del hijo homosexual, capricho o concesión nada necesario).

Esto es lo sustancial de la nueva aventura narrativa de Pombo: construir un artilugio narrativo culto volcado en dilemas intemporales pero con sólido anclaje en la rabiosa actualidad (no faltan ni léxico -"dar un yuyo"- ni objetos -aparece un mp3- de ahora mismo). Descuidos expresivos que una relectura tranquila habría evitado afean esta buena novela intelectual y moral, de trama atractiva y de fondo importante. Una ironía inteligente produce pasajes muy divertidos pero el libro tiene un carácter sombrío que se hace pura desolación en su impactante final. Sorprende esta tristeza en un escritor que se caracteriza por ensalzar valores positivos.