Novela

La alambrada de Levi

Milagros Frías

7 diciembre, 2006 01:00

Milagros Frías. Foto: Archivo

Lengua de Trapo. Madrid, 2006. 200 páginas, 19’50 euros

Mientras unos escritores disuelven su disconformidad con el mundo de maneras templadas, a otros les aguijonea y van directos a avisar de las amenazas latentes. A esta última clase pertenece Milagros Frías, a tenor de la contundencia con que abre La alambrada de Levi. Inicia la novela una realidad dantesca, en sentido literal, porque los protagonistas también bajan a una ciudad subterránea donde las personas se ven reducidas a marionetas de una dictadura.

Un nuevo régimen, una "Infocracia" totalitaria, ha impuesto el control de una tecnología despiadada sobre todo otro valor, como la libertad o los sentimientos, y ha convertido a los humanos en "muertos vivientes". Un antiguo país cálido llamado Maguncia ha pasado a ser una espectral Corintia donde los ayer ciudadanos padecen bajo el despotismo. En esta Corintia kafkiana se produce un gravísimo accidente, y unos contados habitantes logran escapar. Frías cuenta esa peripecia entera, puesta bajo la reveladora advocación del italiano Primo Levi, a quien se refiere el título. Para ello encadena la voz en primera persona de tres protagonistas: dos mujeres sojuzgadas y rebeldes, y un hombre, disidente de esa locura a cuya forja él contribuyó. Andamos, pues, en un espacio de fanta ficción que por su cualidad apocalíptica tiende a lo abstracto. El reto de una historia futurista radica en darle encarnadura y a ello responde la atinada decisión de construir la novela mediante amplios bloques de tono distinto. Primero se ofrece un relato de aventuras, el de la hecatombe y la libertad. Sigue otro de misterio, la escapatoria en un tren hacia un enigmático destino. Al fin, el acento reflexivo y ético predomina en la voz del hombre. Anudados los hilos se reconstruye un inquietante proceso global de anulación de las virtudes y cualidades democráticas, causa del triunfo del totalitarismo.

Este trazado imaginativo persigue formular una advertencia social sin veladuras, nítida y directa. La alegoría refleja una realidad bien identificable, la nuestra. La novela contiene además una apuesta: el triunfo de lo humano sobre la tiranía. Las dos mujeres encarnan un vitalismo defensivo y luchan por la libertad hasta el extremo de un empeño irracional. El desenlace insinúa un futuro esperanzado. La novela presenta una prosa sencilla. Llevada Milagros Frías por el impulso de comunicar con claridad un mensaje, no se preocupa por la creatividad verbal. El fondo hipoteca en exceso la escritura, y la autora tendría que replantearse esta opción para redondear su propósito de hacer una literatura necesaria que habla de asuntos que debieran preocuparnos muy en serio.