Image: La dama de Diwisib

Image: La dama de Diwisib

Novela

La dama de Diwisib

Eduardo Garrigues

28 junio, 2007 02:00

Eduardo Garrigues. Foto: Javi Martínez

MR. Barcelona, 2007. 544 páginas, 22 euros

Es frecuente que los diplomáticos den forma literaria a las vivencias de sus destinos profesionales. Suelen ser escritos que responden al impulso de plasmar la fascinación de paisajes y paisanajes a cuyo conocimiento han llegado en su proximidad a tierras singulares. De ahí parte, sin duda, el libro que el embajador Eduardo Garrigues titula La dama de Duwisib. Se trata de una singular obra que participa de diversos géneros por pedirlo su propia materia y no por el prurito de mestizaje literario de la postmodernidad: es una novela histórica, y una biografía anovelada, y un relato viajero, y una narración de aventuras, y hasta un ensayo sobre el proceso neocolonialista emprendido por las potencias europeas un siglo atrás.

La base anecdótica del libro, según se detalla en apéndice, tiene como eje la intensa peripecia de una persona real, Jayta Humphreys, multimillonaria norteamericana casada con un noble y oficial alemán, Hansheinrich von Wolf. Es la dama del título, quien, después de los sucesos, escribe sus recuerdos de cuando el matrimonio se estableció en la colonia germana de áfrica del Sureste (actual Namibia) con el propósito de desarrollar una gran explotación de caballos. En un lugar perdido en pleno desierto, Duwisib, levantaron su residencia, una auténtica fortaleza cuya sola fotografía deja intuir la grandeza y desmesura que impulsan algunas ambiciones humanas.

Una variada gama de personas, colonizadores y nativos, desfila por esta copiosa narración, unas bastante individualizadas y otras figurantes atractivos de una estampa colectiva. Entre todas sobresale la excepcional figura de la protagonista. Hace así Garrigues en primer lugar lo que se denomina novela de personaje. Define el autor bien, con puntillismo decimonónico, el carácter de Jayta, un tipo de mujer emprendedora y tenaz, y una no disimulada simpatía por ella la convierte en auténtico modelo de independencia. Sería ir muy lejos hablar de tratamiento feminista, pero sí que el autor la ve con la respetuosa admiración a una mujer libre, de un temple interior mostrado con caracteres ejemplares. Los sentimientos amorosos de Jayta, su relación con el marido y con un enamorado discreto, forman parte básica de ese carácter, y dotan a la obra de calidad emocional.

De la óptica de Jayta sobre su entorno surge otra línea medular del libro, un cuadro muy crítico del expansionismo europeo y sus tropelías. Podría añadirse La dama de Duwisib a las crónicas del colonialismo salidas de la mala conciencia de sectores del liberalismo progresista de nuestro continente, pero el acierto de Garrigues está en diluir el alegato en las vivencias de la mujer. Sobre todo, en mostrar la dignidad personal de los líderes autóctonos y enfrentarla a la injusticia del expolio y la represión salvaje. El indigenismo de la novela tiene un toque sentimental, pero también una denuncia objetivada de los horrores cometidos por el capitalismo, y de la fiebre de riqueza visible en la descripción del maná caído al descubrirse yacimientos de diamantes. De este modo, el autor hace una narración que encaja en la hoy abrumadora moda de la novela histórica, pero sin falsos arquelogismos; al revés, la materia histórica documentada con criterio y sin agobios de pintoresquismos costumbristas, tiene esa raíz clásica de tomar el pasado como maestro del presente.

El marco espacial añade otros alicientes a este relato psicologista y de aventuras. En buena medida, la obra pertenece a la literatura viajera, con sus notaciones ambientales de un medio exótico pero sin concesiones al tipismo romántico. Tanta variedad de materiales explica una extensión excesiva, aunque su equilibrada presencia produce una narración variada y amena de corte tradicional. Que encierra, además, una sugerente visión contrapuntística de la vida: el trazo épico que sostiene el vitalismo de Jayta y Von Wolf se diluye en el fuerte sentimiento elegíaco del fracaso.