Image: La gloria de los niños

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Novela

La gloria de los niños

Luis Mateo Díez

8 noviembre, 2007 01:00

Luis Mateo Díez. Foto: Javi Martínez

Alfaguara. Madrid, 2007 / 227 páginas,18’50 euros

La narrativa de Luis Mateo Díez ha seguido un proceso de acentuado adelgazamiento de la sustancia anecdótica. Las peripecias de sus libros de hace un cuarto de siglo, tan marcadas, jugosas y divertidas (uno las añora y echa en falta que hoy las tenga abandonadas) han dado paso a una leve trama sobre la que sustenta una visión de la vida más parabólica.

No es que en el presente no cuente sucesos ni disminuya su peso. Lo desmiente el esquema argumental nítido de La gloria de los niños: el padre moribundo encarga al hijo mayor, Pulgar, que localice a sus tres hermanos, en paradero desconocido después de que algunos vecinos los hayan recogido a raíz del bombardeo de su ciudad en el transcurso de una demoledora guerra Civil. Esta peripecia se desarrolla por medio de un esquema narrativo clásico, y muy de la querencia del autor, el viaje, a lo largo del cual se encadenan inventivos episodios y desfilan curiosos personajes. Es más: este hilo engarza buen número de cuentos o relatos populares; el nombre del propio protagonista insinúa su origen en la narrativa tradicional, aunque aquí funcione de otra manera que el Pulgarcito famoso; se nota la huella del Lazarillo…

Pero este gustoso caudal de pequeñas aventuras está estilizado al máximo y demuestra que, sin renunciar a la seducción de las peripecias, el escritor leonés se ha convertido definitivamente en un narrador moral; en un poderoso y magistral narrador moral. Desde hace tiempo su modo literario es el de la fábula, aunque en línea muy distinta a la de Esopo, Fedro o Samaniego, porque no presenta casos ejemplares con el fin de sacar moralejas. L. M. Díez traza retratos de interiores humanos para mostrar diversos perfiles de la conciencia, el alma, o como diablos se quiera llamar al elemento no material de nuestra naturaleza. Y con frecuencia es el sentimiento (o esa vaga zona del ser que llamamos así) el objetivo de una viva reflexión a la que da forma novelesca.
En esta órbita se sitúa esta admirable nueva novela suya que trata de la fuerza de la inocencia, cualidad que es impulso y no razón, vivencia original y no cálculo, y de la cual sale lo mejor del hombre, la generosidad, el valor, el amor, la fraternidad. A ello, a discernir o, si se quiere, celebrar esa fortaleza dedica la obra, pero, claro, sin falsificaciones porque en torno de tal virtud (o rasgo, o carácter, o esencia) surge hostil una realidad material y también moral terrible. A la inocencia la envuelven la guerra, la muerte, la miseria, la soledad, el exilio… Estos elementos del mal, de consistencia sólida y a la vez abstractos, constituyen la materia concreta de una realidad que desborda nuestro mundo conocido y, sin anularlo, lo convierte en algo espectral; un reino de niebla y tinieblas, oscuridad, ruina, humedad, hedor…

Cuento de cuentos, La gloria de los niños es una novela de atmósfera. Su espacio se localiza en Celama, ese territorio propio que él ha fundado y que cita de pasada. Y la prosa parte del dominio verbal que siempre ha acreditado el autor y lo ha convertido en un estilo indespistable, mezcla de lo coloquial y lo culto; del lenguaje realista y de expresiones antinaturalistas.

El mundo literario de Luis Mateo Díez, acaso el más original de nuestras letras actuales, se enriquece con esta parábola de la pureza y energía de la inocencia infantil ("el niño es más poderoso que el hombre", porque "ni la experiencia ni la sabiduría son las armas del valor") que es una historia de dolor, orfandad y arrojo silencioso intensa y conmovedora.