La lección de anatomía
Marta Sanz
8 mayo, 2008 02:00Foto: Benito Pajares.
De vez en cuando rebrota en la teoría literaria la vieja cuestión del realismo, de las relaciones entre ficción y realidad y de la frontera, a menudo sutil, entre ambos campos. La nebulosa distinción entre autobiografía y relato en primera persona ha provocado malentendidos históricos, y los mismos lectores que aceptan como ficción los sucesos narrados en el Lazarillo de Tormes caen en la trampa de pensar que la Vida del capitán Contreras es, por el contrario, una autobiografía rigurosa. Una escritora como Marta Sanz, reflexiva y cuidadosa, nos obliga a replantearnos estas cuestiones en La lección de anatomía, su sexta novela. Se trata de un relato narrado en primera persona por un personaje femenino que evoca su vida desde la infancia hasta los cuarenta años. Como en otras novelas de la autora -así, Animales domésticos o Susana y los viejos-, la familia es el núcleo temático del que arranca todo, y sus miembros -aquí, en particular, la madre- tienen gran importancia en las recreaciones a que asistimos. Pero son otros los rasgos que conviene destacar en este caso. La narradora de la historia se llama Marta Sanz Pastor (pp. 109, 138), como la autora de la novela; tiene cuarenta años al concluir su relato (pp. 155, 299) -podemos conjeturar que en el año 2007-, como la autora; es "una persona que escribe" (p. 233); cursa estudios de Filología y asiste a las clases de la escuela de letras de Madrid (pp. 233-234), de igual modo que la Marta Sanz escritora; más tarde se dedica a la enseñanza, como lo hace la autora. Los signos identificadores entre narradora y autora son tan abundantes y precisos que por fuerza obligan a plantearse el grado de veracidad de la obra, la proporción que en ella pueda existir entre lo puramente novelesco y lo autobiográfico. Como, en rigor, no se cuenta nada excepcional ni inverosímil, sino que todo es "normal" y cotidiano, y coincide grosso modo con experiencias habituales de millones de personas, no es posible saber si los personajes que rodean a esta "Marta Sanz" narradora son tan reales como ella o pertenecen al territorio de la ficción; si la tía Pili, amigas como Belén, Paquita y Jimena o maestras como doña Angelita existieron, y tal vez con estos nombres, como sucede con el fotógrafo Joaquín Alcón, mencionado de pasada (p. 64) y para el que Marta posa de niña.Esta equiparación de vida y literatura es similar a la que se produce en la novela de Antoni Casas Ros El teorema de Almodóvar, recién traducida del francés (2008) y que curiosamente, al igual que la obra de Marta Sanz, está dedicada a la madre del autor: dos escritores unidos por un concepto de novela que ahora preocupa a cierto grupo de jóvenes narradores. En La lección de anatomía, una cita inicial de Christophe Donner defiende la actitud de "decir yo cuando se trata de uno mismo" y no someterse a la tercera persona convencional. Con este supuesto cabe preguntarse dónde radica el valor literario de una novela si lo esencial de su historia -y tal vez no sólo una pequeña parte- reproduce con fidelidad hechos reales. Lo cierto es que el lector puede sortear esta interrogación y leer la obra como un texto de ficción, porque lo importante -y en este punto reside la posible ventaja del escritor al acogerse a esta modalidad narrativa- es la intensidad y la nitidez de las impresiones, la mostración al desnudo, con gran agudeza y con la máxima veracidad posible, de sentimientos y recuerdos a los que sólo el sujeto que los ha experimentado puede aplicar una potentísima lente de aumento que convierte el cuadro en una radiografía donde lo que importa son los matices, los pequeños detalles, los hechos minúsculos que pasarían inadvertidos para un observador externo y que así cobran un inesperado relieve. éste es el tratamiento a que Marta Sanz ha sometido su narración. El hecho de que en el capítulo final, titulado "Desnudo", la narradora describa con todo detalle su propio cuerpo subraya la naturaleza "real" de la introspección anterior y el propósito de no omitir ningún aspecto de esa realidad.
No hay en estas páginas grandes novedades temáticas, pero sí una personalísima visión del mundo, una novela de aprendizaje con sus claves minuciosamente expuestas, desde las primeras enseñanzas maternas hasta las experiencias de la edad adulta, narradas acaso con cierta precipitación que desequilibra la última parte.