Image: Turismo interior

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Novela

Turismo interior

Marcos Ordóñez

21 enero, 2011 01:00

Marcos Ordóñez. Foto: Antonio Moreno

Lumen. Barcelona, 2010. 301 páginas, 19'90 euros.


Cultiva en general Marcos Ordóñez (Barcelona, 1957) una prosa desenfadada, irreverente, provocadora y proclive a la distorsión esperpentizadora, y suele disponer sus asuntos dentro del amplio registro de una comedia satírica muy incisiva. Algunos de estos trazos persisten en Turismo interior, pero también se aprecia aquí un cambio que, conservando las señas de identidad seminales, se encamina hacia una literatura de mayor seriedad y más estricto sentido moral. El "turismo interior" del título implica, creo, un doble viaje del autor, uno externo, a la España de los años 60 y posteriores, y otro personal, a sus vivencias, rescatadas en una especie de recorrido autobiográfico.

Una incursión o excursión retrospectiva en el tiempo sería el nexo entre las tres piezas independientes del libro. En la primera, "Esto no está pasando", un colocón de pastillas traslada a tres amigos a la Barcelona de 1967. En la siguiente, "Como un policía en un país extranjero", la hermana de escritor Daniel Fuentes reconstruye la personalidad del misterioso autor y evoca los años adolescentes de ambos bajo la férula de un padre fascista, un valleinclanesco "Guzmán Friolera", comandante de la Guardia Civil. Las menciones de obras del propio Ordóñez en el tercero, "Gaseosa en la cabeza", darían pie a considerarlo como el itinerario de un escritor, y algo de retrato del artista tiene, pero su fondo es una estampa generacional de desenlace nada feliz que se fija en los hitos de un tiempo oscuro.

El turisteo de Ordóñez revela, ante todo, una percepción calderoniana del mundo como algo incierto o inseguro, y de la realidad como algo de aspecto nada fiable. El viaje al pasado de los amigos del primer relato supone además el reconocimiento del fracaso, la imposibilidad generalizable de cumplir los "grandes proyectos" (artísticos, literarios...). El desaliento viene a ser la marca común al conjunto de personajes del libro. Esta negativa visión se libra de patetismos existencialistas. Se hace con un atinado equilibrio entre situaciones positivas y negativas, humor y dolor, distanciamiento y comprensión. El secreto de tal fértil flexibilidad lo veo en lo que Ordóñez sostiene del imaginario Fuentes pero quizás pensando inconscientemente en sí mismo: "era lo bastante inteligente y lo bastante escritor como para combinar en su paleta los colores jubilosos y los tonos degradados, la derrota y la exaltación en una hábil sucesión de pinceladas".

La mezcla de situaciones muy dinámicas, desarrolladas con registros coloquiales, de intensos apuntes emocionales y de referencias culturales veladas o explícitas producen tres cortas novelas amenas y profundas. Las tres valiosas, y, además, la segunda una auténtica pieza maestra del relato que practica la ficción dentro de la ficción. El autor combina los elementos vitales y culturalistas de un sutil juego entre vida y literatura con admirable naturalidad y libre de pedantescos artificios.

Hasta ahora, el reconocimiento de Marcos Ordóñez está muy por debajo de sus méritos. Este Turismo interior tendría que valer para situarle de una vez en la jerarquía superior que le haga justicia.