Plaza & Janés, 2010. 280 páginas, 16'90 euros



Del mismo modo que Bridget Jones conectó con una generación de mujeres preocupadas por el amor romántico y la pérdida de peso, existe una generación de treintañeras-enamoradas-de-padres-de-familia que podrían verse retratadas en esta divertida novela. Para dejarlo claro desde el principio: hablamos de una literatura basada en la pretensión de entretener. La autora juega bien las reglas de un juego encantador, desde que en la primera página nos brinda la definición de madrastra hasta que al final, en la página de "agradecimientos y advertencias", dice: "Viví con dos niñas que me enseñaron a dar y [...] siempre supieron recibir".



La historia es, pues, la de la madrastra moderna: chica joven con novio divorciado y con hijas, lidiando por llevar su vida adelante. Las niñas son encantadoras y la madrastra y narradora, Sol, aún más. La acción comienza cuando la madrastra es presentada a las niñas y termina cuando un recién llegado bebé les es igualmente presentado. El amor triunfa y los problemas se resuelven. En suma, esta novela es a la literatura lo que una de esas comedias de Meg Ryan es al cine: entretenimiento bien urdido. Quiero decir, que en estas novelas y en esas películas siempre salimos todos guapos. Y tal vez nos convenga, de vez en cuando.