Katherine Pancol. Domènec Umbert
La nueva entrega de la desmembrada y moderna familia parisina sigue los patrones iniciados en Los ojos amarillos… Ahora, Josephine Cortès, de 43 años, es una célebre novelista que ha sabido conservar su carácter auténtico y reservado. Ya no vive en la periferia sino que se ha mudado con sus dos hijas adolescentes a un piso en el céntrico y exclusivo barrio parisino de Passy. Los personajes que conocíamos bien nos vuelven a divertir con sus historias aunque con importantes cambios. La diabólica madre o la histérica hermana siguen presentes, aunque relegados a un plano secundario. El generoso padrastro ya vive con la gorda de sus sueños y con su hijo genial. El cuñado encantador, poco presente en el primer libro, tiene ahora un papel importante. Y aparece un perro, tan feo y simpático que produce miedo. Asimismo, en esta nueva entrega, Pancol ha querido introducir un toque de novela negra con los crímenes inesperados que ocurren cerca de donde vive la protagonista o ese marido a quien se lo habían comido los cocodrilos y que ahora se lo encuentra uno por el metro. Ocurren tal cantidad de cosas que el lector no tendrá tiempo de aburrirse. El vals lento de las tortugas habla de amor, de la amistad, de ser madre, del trabajo, de las dudas existenciales, de los adolescentes y de la vida familiar a principios del siglo XXI. No está mal y, todo ello, con una dosis de humor importante. El estilo de Pancol es cuidado, rápido, inteligente y se adapta perfectamente a las diferentes situaciones narradas. Las historias de los personajes, las vidas que se cuentan, las elecciones de cada uno de ellos, se entremezclan con verdadero acierto y, en ningún momento, el lector se siente perdido en esta inmensa ciudad de gentes y destinos. El vals lento… es una novela divertida, con cierto parecido a las obras de Anna Gavalda, con quien se la ha comparado muchas veces, pero Katherine Pancol consigue que no se le escape ni un hilo en esta inmensa telaraña de historias y los personajes.