Oxford 7
Pablo Tusset
29 abril, 2011 02:00Pablo Tusset. Foto: K. Johansen
Es en este aspecto donde el humor satírico de Pablo Tusset despliega sus mejores virtudes. En el campus de Oxford 7 brilla una adaptación del antiguo lema norteamericano, convertido ahora en "In Gold We Trust"; la moneda es el eurodólar; no existen médicos, sino "ingenieros sanitarios"; hay Facultades universitarias, patrocinadas por grandes firmas comerciales, como Apple y Coca-Cola, de Ingeniería Sexual, de Artes Plásticas Precomputacionales, de Ingeniería Emocional, y cátedras de Pintura Plana, Emotividad Diferencial, Heavy Metal Precomputacional y otras materias igualmente sorprendentes. Ahora bien: existen también muchos instrumentos que, como los chips subcutáneos, parecen hechos para facilitar la vida diaria en pagos, gestiones e información médica inmediata y, sin embargo, son medios formidables de control del ciudadano, de su vida, sus acciones, su relación con los demás y hasta sus deseos. El esbozo de este sistema de vigilancia universal y exhaustiva, mucho más perfecto y aniquilador que el imaginado por Orwell en 1984, proporciona a la novela de Tusset cierta arista trascendente, un tanto emborronada por el matiz chusco de muchos pasajes y por lo confuso de la historia, organizada en torno a una misteriosa misión que ciertos enviados de Oxford 7 deben realizar en una Barcelona futurista, posterior a la Toma de la Boquería, donde el único valor que sobrevive, inmune al tiempo y a la destrucción, es el Barça -con su negocio de venta de camisetas y cachivaches diversos-, y donde el poder se halla en manos de los antisistema, que, en connivencia secreta y mediante un pacto con las autoridades municipales, ocupan como residencia el antaño noble edificio del Liceo, capitaneados por un Francisco Asis cuyo nombre, lejos de evocar al creador medieval de la Orden Franciscana, designa (A-Sis) a los nuevos rebeldes.
Hay ingenio en muchas páginas de Tusset, cierta melancolía implícita ante una Barcelona degradada y también un deliberado freno a cualquier tentación de convertir la historia en fábula trascendente. La obra está escrita con agilidad y no libre de descuidos: "ese área" (p. 11), "el límite está nítidamente delimitado" (p. 21), "estoy en la sala de juntas en dos minutos" (p. 23), "separa y junta por tres veces las yemas" (p. 35), "los destellos multicolor" (p. 70), "podéis largaos de aquí" (p. 253) o el catalanismo "se aguanta" (p. 186) por "se sujeta".
PALABRA DE AUTOR
-¿Qué queda del autor de Lo mejor que le puede pasar...?
-Siempre queda algo. Empecé a escribirlo hace 12 ó 13 años, así que está a unos quince años de distancia de mi presente. Pero subsiste mi voluntad de vivir según mis propias normas.
-¿Qué ventajas tiene la CF para retratar la realidad? -Facilita la creación de un mundo completamente controlado por el autor, tan alejado de la realidad como le parezca oportuno. Es, en ese sentido, una especie de cultivo de laboratorio...