Planeta. 493 páginas. 20'90 euros



Care Santos (Mataró, 1970) ha escrito Habitaciones cerradas, una novela de época en la que, además de leer, se pueden oler la miseria y la opulencia que recorrían la Ciudad Condal a finales del siglo XIX hasta mediados del XX; también los secretos escondidos entre las estancias clausuradas del palacete que Rodolfo Lax construyó para su familia en la calle Domingo, 7. Podemos escuchar el frufrú de las sedas , el timbrar de los primeros aparatos de telefonía y escudriñar las aberraciones de Amadeo Lax, el primogénito de María del Roser, pintor atribulado por los celos y el peso de su talento.



Estas Habitaciones cerradas son abiertas por Care Santos con maestría, permitiéndole bordear perfiles folletinescos sin caer en el tópico. Partiendo del siglo XXI debemos acompañar a Violeta Lax, estudiosa de la obra pictórica de su abuelo, en un viaje iniciático para desmantelar las entretelas de lo aparente, cuando la Generalitat decide dar uso al caserón donde vivieron sus antepasados, reconvirtiéndolo en biblioteca pública. Como única heredera conocida, Violeta debe asistir a los pormenores del proyecto y hacer un recorrido de regreso por su propia vida en la ciudad de la que años atrás salió huyendo de sí, y de un gran amor, para el que ni ella ni los tiempos estaban preparados.



El intercambio de emails entre Violeta y su madre, su secretaria y su marido; la presencia de su padre, unido a una misteriosa invitación para visitarla en el lago de Como nos van desvelando los porqués de acciones y actitudes. Al final, cuando no hay más misterios que descifrar, queda, espléndida, la obra de Amadeo Lax, El Retrato de Teresa.