Justo Navarro. Foto: Mitxi

Anagrama. 224 pp., 18 euros



En esta novela Justo Navarro (Granada, 1953) construye una ficción con materiales históricos tomados de la vida del poeta norteamericano Ezra Pound (1885-1972) durante su experiencia italiana como propagandista del fascismo y defensor de Mussolini. No es la primera vez que el novelista granadino incorpora hechos reales a sus ficciones, pues en F. (2003) acometió una recreación biográfica de Gabriel Ferrater y en Finalmusik (2007), había incorporado elementos de autoficción. También lo hace en El espía, que surge de la estancia de JN en Pisa, desde junio a diciembre de 2009.



Allí se reúne con el escritor de novelas de misterio Carlo Trenti, de quien es traductor al español. Descubre que en los mismos meses, pero 64 años antes, Ezra Pound había estado en la localidad pisana de Metato recluido en un campo de concentración para soldados norteamericanos. Y de las averiguaciones del autor, ficcionalizado en el traductor JN (depositario de un texto de Galletti, apellido real de Trenti, sobre Pound), acerca de la contradictoria y polémica figura del poeta vanguardista nace la novela protagonizada por el americano en su doble condición de incendiario propagandista del fascismo o, tal vez, agente doble que, en sus demenciales discursos radiofónicos, pasaba información a los aliados en la II Guerra Mundial.



Nadie ha probado que Ezra Pound fuera un espía. Pero, como hipótesis novelable, ofrece una historia del máximo interés, tanto por el atractivo literario de la personalidad histriónica del autor de los Cantos, como por su furibundo antisemitismo y su irracional propaganda nazifascista en favor del eje Berlín-Roma llena de contradicciones. El autor se ha documentado bien en lo referido a la fanática figura de Pound en sus años vividos en Londres, París y, sobre todo, en Italia, en la localidad de Rapallo, donde residió más de veinte años. La peripecia de Pound está novelada en el marco de los acontecimientos de la II Guerra Mundial, sobre todo en Italia, como telón de fondo. Y en su final se aprovechan con acierto el juego entre el narrador omnisciente en tercera persona, el relato del traductor JN, convertido a su vez en receptor de la narración complementaria de Trenti, así como también las posibilidades novelísticas que la historia ofrece en el destino de Pound, acusado de traición a los Estados Unidos, amigo del jefe del contraespionaje americano en Italia (que luego sería uno de los fundadores de la CIA), preso y llevado a Washington para un juicio que no se celebró, pues fue dado por loco y encerrado en un manicomio.



Con estos ingredientes, muchos tomados de la realidad histórica, otros de conjeturas más o menos verosímiles y algunos inventados al amparo de las libertades de la ficción, el autor ha completado un texto interesante, bien escrito, con la estética de la brevedad como rasgo estilístico en el predominio de la frase corta y con una prosa muy cuidada. Mas, aun valorando todo esto, El espía no llega a ser la buena novela que Navarro podría escribir. Demasiadas páginas parecen meros resúmenes narrativos de una crónica de guerra, algunas con informaciones que poco aportan a la evolución del relato. Apenas hay escenas dialogadas en donde los personajes principales podrían confrontar sus posiciones y debatir sus ideas, con lo cual su caracterización sería más completa. Y, entrando en detalles, la versión de la célebre sentencia latina "Amicus Plato, sed magis amica veritas" (Amigo es Platón, pero más amiga la verdad) nunca es admisible como "amigo de la verdad más que Platón" (pág. 97). Aunque, a la postre, una novela sobre la excéntrica personalidad de Pound nunca dejará de ser útil para lectores interesados en el poeta americano.