Alpha Decay. 176 pp., 15 e.

Los electrocutados es la segunda novela de J. P. Zooey (Buenos Aires, 1973), pseudónimo de un autor aficionado a jugar al despiste y a la provocación. Su actitud parece explicarse en la p.67: "le producía fatiga escribir sin alarmar. Como una luciérnaga, pitaba, iluminaba, tosía. O como una sirena de ambulancia". En Los electrocutados cuenta la historia de Dizze, un profesor sexagenario que de niño compartía con su hermana el deseo de comprender el universo. El propio Zooey aparece en la narración como "periodista sin empleo" y vecino de Dizze. Ambos traban amistad y Zooey será el albacea de los documentos (cartas, textos de clases…) que el otro deja tras su suicidio, lo que otorgará a la novela un aire de recomposición. Con un estilo epistolar, el libro es tan fragmentado y trastornado como sus personajes. Zooey cultiva una hiperpercepción a lo Fogwill, con encadenamientos de historias a lo César Aira y un gusto por la ciencia ficción cercano a Fresán.



Esas son sus coordenadas, aunque no alcanza la altura, potencia y densidad narrativa de sus referentes. Su capacidad inventiva produce fábulas sucesivas, con pasajes realmente entonados, fértiles y poéticos (así el tranquilizador encuentro/ reconocimiento entre los dos personajes principales, pp. 61-75), pero el conjunto resulta errático. Zooey se lee, se experimenta y puede resultar sugerente si se comulga con su extraña lógica entre explicaciones mitológicas, conciertos de Bach, estallidos del Columbia, reflexiones sobre Tales o Lenin, meditaciones sobre los virus, electrones, paseos en coche patrulla con luz azul de cómic, pájaros que pían/hablan, gatos y sacerdotes egipcios. Su utilización de la filosofía-ciencia-ficción conduce a sorprendentes tesis: los trastornos bipolares son propios de mentes evolucionadas y el sadomasoquismo obedece a la actual ausencia de guerras. La Humanidad tiene origen extraterrestre pero se formó en 1960 en un ensayo de los Beatles. Las puertas de la percepción las abren los personajes de Zooey bebiendo vino e introduciéndose en la boca un cable pelado de Internet. Los protagonistas terminan presagiando finales del mundo para una Tierra exhausta y decadente.