A pesar de esta objeción hay que resaltar el enorme esfuerzo por vertebrar la dimensión humana y sociológica de personajes, temas y acciones en un relato que se arrima a un enfoque sugerente: "El pasado sólo es arena depositada en el globo inferior de un reloj. Tiempo de arena silenciosa y quieta, que sólo tiene sentido si una mano la hace girar y le devuelve el movimiento". Esa mano la encarnan dos de las mujeres del argumento, ambientado en la España de finales del XIX y principios del XX. Cuatro mujeres son sus protagonistas, tres de ellas hermanas que encarnan diferentes posiciones: inmovilismo e intolerancia la mayor, inconformismo y rebeldía la del medio, afán de conciliar tradición y modernidad, la más joven. Aunque es la cuarta, Xisca, la que desencadena la acción tras su muerte; es hija de la mayor, marquesa de Sotoñal, y creció sola y retraída, víctima del mundo mezquino que su madre construyó para ella. Sus últimas palabras, alusivas a la existencia de sus hijos, despiertan en sus tías el afán de comprobar si son producto del delirio, como defiende su madre, o si se corresponden con la verdad. La reacción de ambas impulsa la importancia del tiempo y su tratamiento en toda la novela: el tiempo histórico, real -una retrospectiva de dos décadas de cambios políticos y sociales- persigue esclarecer la intriga, en tiempo lineal, el del presente de las protagonistas rastreando la herencia de un secreto para el que la narración debe ir hacia atrás y hacia delante, hacia la causa de una venganza irreparable y hacia la posibilidad de reparar tanto daño inútil.
Acción dramática, historia de las mentalidades, divulgación sociopolítica del protagonismo de las mujeres luchando por su independencia... Condimentos que garantizan la difusión de la novela.