Pierre Michon. Foto: T. Albir

Traducción de M ª Teresa Gallego. Anagrama. Barcelona, 2011

Considerado uno de los mejores escritores en lengua francesa de hoy en día, Pierre Michon (Châtelus-le-Marcheix, 1945) se dio a conocer con Vidas minúsculas (1984), una serie de relatos sobre personajes que el narrador conoció durante su infancia. Michon tenía 37 años y obtuvo el premio France Culture. En Los once (Grand Prix du roman de l'Académie française 2009), el autor evocaba la Revolución Francesa a partir de la descripción de un cuadro que representa a los once miembros del Comité de Salud Pública en la época llamada del Terror.



El origen del mundo se publicó en Francia en 1996. La historia es simple: el joven narrador llega a Castelnau, en 1961, y se aloja en casa de Hélène, único hotel en el pueblo. Allí vivirá sus experiencias, conocerá a un pescador, Bernard, y a la sensual Yvonne. Es éste uno de sus libros más breves y, a la vez, más densos de Michon. Una vez terminas su lectura piensas que una segunda sería necesaria, como suele ocurrir con todas sus novelas. El lector, por muy culto que sea, se da cuenta de que ha dejado mucho por el camino, descripciones, múltiples referencias a la mitología, a la historia, a la literatura. La musicalidad de los textos envuelve la lectura en una especie de manto sonoro que te hace leer de un tirón, pero cuya vuelta atrás es necesaria. Como si fuera un poema alegórico. El mundo mitológico, histórico, ya presente en sus Vidas minúsculas, es uno de los temas principales de esta novela y se entremezcla con la dramática historia de amor vivida por el protagonista cuando apenas tenía 20 años y desempeñaba su primer trabajo de profesor en Castelnau. Era 1961, y bajo la forma autobiográfica, el narrador recuerda su primer contacto con estudiantes y ese pueblo, a orillas del río Beune.



El texto, que en francés se titula La Grande Beune, se impregna de un paisaje prehistórico que el autor no describe. Es el país de las pinturas rupestres, mitológico, cuya característica se incrementa a través del lenguaje. Michon ofrece una arquitectura inmensa de la vida. Cada frase de esta obra maestra abre espacios nuevos, por donde se pierde la mente del lector. Su estructura literaria no le resta nada a la sensualidad que recorre esta historia de amor. Cada frase, en su ritmo, en sus sonoridades, es portadora de imágenes. Hasta que el lector se da cuenta que las descripciones que se refieren al paisaje, bien podrían valer para la mujer, hembra nacida de la Naturaleza misma, intocable, sagrada, impenetrable.