Luis Goytisolo. Foto: Aida Muluneh
Magnífica comedia humana contemporánea de Luis Goytisolo, y uno de los empeños narrativos más ambiciosos y conseguidos de la postguerra, merece figurar entre los hitos novelescos del pasado siglo.
Hasta el arranque de Antagonía, Goytisolo nada más había publicado Las afueras y Las mismas palabras, libros emparentados con el realismo social dominante a finales de los 50. Ambos son más que estimables y no merecen el exceso autocrítico del autor con el que ha purgado su contribución a una estética que nunca sintió del todo como suya. Quedan a distancia, sin embargo, de la ambición temática y formal, y de la profundidad teórica con que concibió el nuevo proyecto, una tetralogía diseñada hasta en su menor detalle en las notas carcelarias del autor. La salida del primer libro, Recuento, se demoró hasta 1973 y su sobrecubierta presentaba ya entonces el trazado completo de un ciclo de extraño nombre, Antagonía, y anunciaba los títulos exactos que seguirían: Los verdes de mayo hasta el mar (1976), La cólera de Aquiles (1979) y Teoría del conocimiento (1981).
Aunque los libros permitieran la lectura independiente, se trataba de una serie unitaria que solo los dos volúmenes de otra edición posterior de 1998 presentan bajo el rótulo englobador, Antagonía. Ahora, por fin, recupera la unidad de fondo en un compacto tomo que propone su lectura seguida como el complejo artefacto que es. El libro unitario recrea la personalidad de un escritor, Raúl Ferrer, aporta consideraciones notables sobre un abanico amplio de asuntos que abarcan lo individual, lo social, lo moral, lo político o lo metafísico con carácter de gran fresco y, en fin, como remate, incluye la obra de dicho escritor, la novela escrita por este, que ocupa el último de los libros.
Aunque sería lícito sintetizar la trama de Antagonía como la novela de una novela, es mucho más que el ejercicio narrativo culturalista al que tan aficionada fue la anterior centuria. La gran novedad de Goytisolo radica en la lúcida percepción de unas nuevas fronteras del género, al que rescata del convencional planteamiento como stendhaliano espejo a lo largo de un camino. Otro muy distinto será el realismo de la tetralogía. He subrayado desde hace tiempo una idea-fuerza presente ya en Recuento y que también apunta Echevarría en el prólogo de esta edición. La expone con exaltada felicidad Raúl y consiste en superar la copia del mundo para crear una realidad autónoma suficiente por sí misma. La literatura, aclara Raúl, no es juego, sino forja de una realidad iné-dita, la cual se produce gracias al poder fundacional de la palabra. Además -entiende- el proceso de creación permite comprender el mundo a través del propio escritor mientras este se comprende a sí mismo.
Semejante planteamiento supone un vuelco que entiende la novela como ente distinto de un referente exterior y le otorga una capacidad inusitada de investigar la vida. Como lo hace, en verdad, Antagonía, por medio de una utillería verbal y técnica riquísima, y a través de una pluralidad de perspectivas que incluyen lo ensayístico, el distanciamiento irónico y lo testimonial. Sin que, además, se pierda un sustancial interés por su variada materia anecdótica. No es el ciclo una obra fácil, pero tampoco exige sufrimientos mentales y al lector atento le proporciona el placer intrínseco de los relatos que cuentan cosas. El largo proceso de gestación y la distanciada aparición de los libros han impedido valorar, por otra parte, su extraordinario significado histórico. Por estas circunstancias no se recuerda Antagonía entre los títulos que propiciaron la modernidad de nuestra prosa narrativa. Sin embargo, ocupa un lugar de referencia en la historia de la novela española penúltima, junto a las obras canónicas consabidas, Tiempo de silencio, de Martín-Santos, y Señas de identidad, de Juan Goytisolo. Antagonía, magnífica comedia humana contemporánea capaz de subsumir todo, desde los dilemas existenciales hasta la creación literaria, y uno de los empeños narrativos más ambiciosos y conseguidos de la postguerra, merece figurar entre los hitos novelescos del pasado siglo.