Miguel Bayón. Foto: Ballesteros

Alianza. Madrid, 2012. 280 páginas, 18 euros

Tres protagonistas tiene Todo por ellas: dos todavía jóvenes, Desi, periodista de prensa del corazón, y Picaflor, fotógrafo de sus reportajes sobre el famoseo, y un cincuentón, Llamas, guía turístico de Estado civil: Enamorado que "pastorea guiris". El escenario se localiza en Playaclara, imagen de uno de esos pueblos mediterráneos que fatigan el papel couché. La voz cantante la lleva Desi, narrador de las aventuras del trío en su desazón por triunfar con las mujeres. Como Desi nunca "se come una rosca" mientras sus colegas tienen éxito con el "mujerío", se proclama discípulo de los compinches en el esforzado trabajo de ligar.



El desasosiego de Desi da lugar a que escriba su historia interrogándose acerca de su obsesión. En el relato, las peripecias donjuanescas derivan hacia prolongadas reflexiones acerca de la condición femenina, de cómo son las tías, término que repite cual marca verbal de una mentalidad. Inevitablemente, aunque de forma indirecta, se pregunta por los impulsos que llevan a los varones a perseguir a las mujeres, y en ello constata no solo la obediencia al instinto sexual sino también, e incluso más, una arrasadora dependencia emocional.



Miguel Bayón (Madrid, 1947) procede en Todo por ellas mediante la agregación de materiales diversos. Por una parte, es una crónica jugosa de corte costumbrista del mundillo famosetes, jeques o capomafiosos representados en Playaclara y su Puerto Despectivo. La intencionalidad satírica de este componente narrativo se resuelve en un símbolo, una sociedad hipócrita que supone una denuncia colectiva, explícita en la mención de las pateras cargadas de muertos que llegan a aquella meca del consumo y la frivolidad. Por otra parte, la novela tiene también algo de irónico manual de autoayuda en el arte de seducir, basado en mostrar antes fracasos y frustraciones que éxitos. Todo ello funciona como soporte de una meditación sobre las pulsiones amorosas. Durante dos tercios de la novela asistimos al machismo racial del trío. En el trecho restante se produce una radical y definitiva rectificación. Al pueblo llega la fresca carne sensual de una orquesta de cantantes cubanas. Lamas reconoce que "agota estar enamorándose toda la vida" y se casa con una de las chicas.



La palinodia del solterón impenitente sirve de aviso a sus amigos y renuncian a tanto ajetreo estéril. Así, Todo por ellas restituye al amor y a los sentimientos su misteriosa complejidad. Esta proclama se lleva a cabo por medio de un estilo muy llamativo. Desi se forja un auténtico idiolecto. A veces cultiva la expresión barroca: "un jinete peripuesto sobre motaza de manillar veleto y trapío angelinfernal". Casi siempre acude a creaciones verbales basadas en la paronomasia y otros juegos fonéticos, semánticos o culturales: contiesto, requisito sin cuanon, vitupelear, desodorantes y desodorodespués, coñesternación, pánico cierval, Venus de Emilio, KiereKagar, tendón de abriles, espada de Pericles, San Son y San Sonite, el carpa diez, avefélix,... y muchos más. Busca el narrador, dice, "elegancia de estilo", pero, incluso entendida la ironía, esta práctica resulta cansina y perjudica la destreza narrativa y la amenidad anecdótica de la novela.