María Dueñas. Foto: Antonio Heredia

Siruela. Madrid, 2012. 160 páginas, 18'50 euros

Tras la reciente recuperación de su monumental serie novelesca con las cuatro novelas de Antagonía (1973-1981) en un solo libro de más de mil cien páginas (Anagrama, 2011), Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) publica esta nueva novela de un centenar y medio de páginas en la cual se recogen temas y preocupaciones que son característicos del autor barcelonés. Pues en El lago en las pupilas se abordan cuestiones como la búsqueda de la propia identidad, el paso del tiempo, la confrontación entre el pasado y el presente, la creación o la consolidación de un proyecto de vida y la reflexión sobre la construcción de la novela misma. Todo ello en una historia desarrollada en dos lugares muy diferentes, como son Locarno y su lago en la avanzada Suiza, y el pueblo serrano de Riofrío en la España profunda, con alternancia en ambos espacios de la búsqueda llevada a cabo en el presente y la consiguiente reconstrucción parcial y fragmentaria de un pasado que gravita sobre la actualidad.



La novela se divide en cuatro partes numeradas, con varios capítulos sin numerar en cada una. Al frente de cada parte se destaca el nombre de un personaje importante tanto en la historia relatada como en la construcción de la propia novela. Gloria transformó la villa familiar de Riofrío en un hostal regentado por ella en la actualidad, al tiempo que va tomando notas sobre la vida en el pueblo con destino a una novela que piensa escribir. Richard es un periodista que hace las crónicas de lo sucedido en las "cumbres paralelas" celebradas en Locarno, donde se habla asuntos financieros y también de los superhombres que han tomado el planeta. El Moro cuenta desde su condición de jubilado lo que él vivió en Ríofrío durante la Guerra Civil, su exilio posterior, su enriquecimiento en los negocios y su regreso a España, desde donde supervisa la marcha de sus empresas. Y Marcel, hijo de los mejores amigos de los padres de Gloria durante su larga estancia en Locarno durante la posguerra, visita Ríofrío en busca del lugar del que tanto había oído hablar a sus padres y también del esclarecimiento de su propia identidad.



Con esta historia múltiple, contada por un narrador omnisciente de modo alternante y fragmentario, y complementada por narraciones en primera persona a cargo de los personajes destacados en el epígrafe de cada parte, se va construyendo un texto proteico en el que se incorporan relatos en forma de diálogos nacidos en torno al lago suizo y que Gloria encuentra en la carpeta de su padre, sucesos locales ocurridos en Riofrío durante la guerra y la posguerra, que Marcel escucha en boca de parroquianos del lugar, o el grotesco episodio de un matrimonio roto el mismo día de la boda, así como algunas reflexiones metanarrativas suscitadas por la construcción de la novela. Y el autor, maestro consumado en el dominio de su oficio, remata una novela compleja, consiguiendo armonizar tan dispersos materiales, integrados en un texto fragmentario y elíptico, desplegando una gran capacidad de sugerir, sobre todo en la intensificación de dudas e inquietudes nacidas en la mente de Gloria, inquieta por la vida llevada por sus padres en su etapa de Locarno, y de Marcel, resignado a regresar a su vida acomodada en Suiza sin haber averiguado casi nada de lo que buscaba.



Novela en la que se abarcan cuestiones de muy varia índole sin resolver casi nada en sus interrogantes fundamentales, El lago en las pupilas aborda en sus escuetas proporciones temas de actualidad como la celebración de foros financieros en ámbitos de lujo, las exigencias de lo políticamente correcto, el aislamiento del campo frente a la ciudad, las profundas transformaciones en todos los órdenes de la vida operadas en las últimas generaciones, entre otros problemas diluidos en conflictos de siempre que conforman el eje temático que vertebra el desarrollo de la novela en torno a la búsqueda de la identidad, el amor y la creación de la novela misma, potenciando con frecuencia el humor, por medio de la parodia y la ironía, y el aliento poético en muchas descripciones de la naturaleza, tanto en el simbolismo del lago suizo como en la belleza natural de diferentes parajes de Riofrío y sus montañas.