Image: Lista de desaparecidos

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Novela

Lista de desaparecidos

Andrés Barba

14 junio, 2013 02:00

Andrés Barba. Foto: Pablo Angulo

Ilustraciones de Pablo Angulo. Siberia. Barcelona, 2012. 119 páginas. 19 euros


La asociación de texto e imagen es una antigua práctica literaria. Los emblemas renacentistas y barrocos aclaraban una figura enigmática con textos ingeniosos. Las vanguardias reivindicaron el propio valor de la imagen. La efímera aventura "literformista" en los pasados años 70 planteaba algo distinto, una conexión entre pintura y poema que implicaba un auténtico diálogo. En esta línea se sitúa la curiosa Lista de desaparecidos que firman conjuntamente el escritor Andrés Barba (1975) y el pintor Pablo Angulo (1972), dos creadores madrileños que comparten edad y sensibilidad próximas en esta obra. Barba aporta un rosario de textos escuetos cuyo conjunto remite a la descripción de unas cuantas situaciones comunes y a la insinuación de una antología de vivencias. Angulo contribuye con una cuarentena de dibujos, casi todos rostros cuyo trazado intenso a lápiz o carboncillo forman una galería de retratos inquietantes, unos pocos serenos, pero la mayor parte marcados por un rictus de angustia, desvalimiento o impenetrabilidad. La conversación entre las minimalistas narraciones y las ilustraciones potencia la percepción de adentrarse en un oscuro corredor donde se vislumbran enigmas, fantasmas y desconsuelos de la naturaleza humana.

En la parte literaria, Barba juega al máximo con los dos rasgos de su escritura que, según lo que conozco de ella, la marcan: una atracción por psicologías vulnerables y un escaso interés por la materia argumental. Ambos resultan pintiparados para sacarles todo el juego en la secuencia de mínimas estampas y de observaciones impresionistas de este libro. Pudiera parecer que el autor se ha contentado con un desfile de breves piezas, casi microrrelatos independientes, aunque con nexos entre ellas. Sin embargo se insertan con disciplina en un conjunto mayor. Lo que hallamos son unas sucintas prosas que parten de una descripción externa y dan pie a diversas digresiones. Se trata de una composición muy arriesgada por paradójica pues en ella se pasa de lo narrativo a lo impresionista y tan curioso salto no chirría. La descripción se refiere a varios lugares: un par de habitaciones, un vagón de tren, la entrada de un colegio, una oficina bancaria, una peluquería y una pequeña plaza de barrio, un puesto de frutas, un lujosos restaurante, la taquilla de un cine o un bar de copas. Ese marco de una página escasa se presenta en nítidos términos costumbristas. Cada situación se relaciona con personas cuya actitud, semblante o problemática se apunta con técnica alusiva. La soledad, el amor y el desamor, el deseo de agradar, ciertos impulsos hacia el prójimo, la incomprensión o diversos sentimientos se muestran en unas pocas pinceladas con austeridad franciscana. En bastantes casos el rostro del personaje es el indicio mayor del motivo abordado y así esta narrativa de la mirada resulta unitaria con los dibujos que la acompañan.

Andrés Barba cuida al máximo una escritura de fraseo sencillo y muy expresiva. Más que designar situaciones recrea impresiones y se apoya en sinestesias e imágenes comunes en la expresión poemática: oyendo crecer un rostro, aire que huele a sueño, una luz lechosa y enjabonada, una cama opulenta... El autor pone la calidad de página al servicio de un sombrío caleidoscopio humano.