Richard Ford. Foto: Santi Cogolludo

Traducción de J. Zulaika. Anagrama. Barcelona, 2013. 510 páginas, 24'90 e., ebook: 16'14 e.

Se recogen en la solapa de esta última novela de Richard Ford (Jackson, Misisisipi, 1944) publicada en España las palabras de de Raymond Carver, quien lo consideraba "El mejor escritor en activo de este país". Para algunos puede resultar un tanto exagerada, estando Philip Roth en activo, también el enigmático Pynchon, sin olvidar a Cormac McCarthy o Paul Auster. Sea o no pretenciosa la afirmación de Carver, lo cierto es que Ford se ha convertido en autor de referencia en el panorama narrativo norteamericano actual. Este Canadá, una obra incluso más ambiciosa que Acción de Gracias, es buen ejemplo de ello.



En las dos primeras frases, Dell, el protagonista y narrador de la novela, revela lo que llegará después: "Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después." (p. 13) Sus padres son Bev Parson y Neeva Kamper. Su padre fue oficial de bombardero; cuando regresó de la guerra se esforzó "por todos los medios por seguir siendo positivo y por mantenerse a flote, tomando decisiones equivocadas... malentendiendo el mundo al que había regresado y convirtiendo su malentendido en su vida misma." (p. 18) Neeva, de origen judío, era maestra y si fue un gran error casarse con Bev no lo será menos acompañarle en su alocado y disparatado asalto al banco de Dakota del Norte en vez de abandonar a su marido y llevarse a sus hijos al estado de Washington. Esa es la trama de la primera parte del libro, una novela en sí misma; la segunda, que narra las consecuencias del delito de los padres para un chico de 15 años, tiene autonomía propia y sigue su propia dinámica.



Cuando Bev y Neeva fueron apresados y encarcelados, Dell se quedó solo. Su hermana Berner decidió escapar y él fue conducido a Canadá por un amigo de su madre. Se encargará de él un tal Arthur Remlinger, que regenta un hotel de cazadores y probablemente asesinó a alguien y huyó a Canadá esperando "que con el paso del tiempo podría sobrevivir a su crimen". (p. 408) Con él trabaja Charley Quarters, una suerte de guía para los cazadores que se alojan en el hotel de Remlinger. Será en el ambiente sórdido creado por estos dos personajes donde, "abandonado a su suerte", crecerá Dell.



Las dos partes, aparentemente independientes, se complementan en la breve tercera y última parte. Es el momento actual; Dell, a punto de retirarse como profesor de literatura, rememora un reciente encuentro con Berner, que falleció poco después, en una escena de contenido emotivo equiparable a la conclusión de Las uvas de la ira.



En su ensayo Qué escribimos, por qué lo escribimos, y a quién le importa afirmaba Ford que "las cosas entran en mi mente más bien caótica -fragmentos de lenguaje, conciencia de mi mismo- y allí se ocultan, girando, chocando y separándose al azar como electrones, y vuelven si acaso, a la conciencia o a la página, a veces profundamente reconstruidas." (p. 22, en Flores en las grietas) y esa es la sensación que permanece tras la lectura de Canadá. No interesa tanto el referido modelo estructural de las tres partes, sino la percepción de la realidad que cada uno de los personajes tiene.



La visión retrospectiva del protagonista a punto de jubilarse recuperando su vida destrozada cuando tenía 15 años es un intento de recuperar lo perdido, de alcanzar la 'normalidad' que solo los niños, como él mismo dice, saben lo que es. Más allá del protagonista, de su vida, el resto de los personajes que nos presenta Ford -sus padres y tutores en Canadá-, ofrecen tal complejidad narrativa que pudieran ser en sí mismos los protagonistas. Pero es sobre todo la poderosa imagen del padre que nunca logra alcanzar sus sueños -aunque esté "acostumbrado a que lo admiraran por su apostura" (p. 75)- quien nos obliga a plantearnos profundas cuestiones respecto a lo 'normal'; tal vez el espacio a medio camino entre la realidad y los sueños.

Cazando con Carver Cuando hace pocas semanas Richard Ford visitó España, explicó que el origen del libro estaba en una apuesta con Raymond Carver, amigo, cómplice y mentor. Al parecer, ambos escritores se fueron a cazar gansos a la provincia de Saskatchewan, al oeste de Canadá, y decidieron apostar quién era capaz de utilizar ese nombre en un relato. Bromas privadas aparte, para Ford Canadá es, como explicó en www.elcultural.com, "un país tolerante y acogedor que, en esta novela, representa además el lugar apto para empezar de nuevo y corregir errores pasados".