Niccolò Ammaniti
Los libros de Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) equivalen en novela a lo que las películas de Pedro Almodovar al cine. Presentan la realidad desde ángulos inesperados, alejados de toda convención y, en ocasiones, llenos de crudeza. Sus personajes sorprenden por la originalidad de la conducta, transmitida en el texto mediante un lenguaje pleno de recursos expresivos. Casi en cada vuelta de página el humor hace sonreír al lector, allanando la violencia con que la vida descrita sacude a sus personajes, cuya presencia sentimos muy cercana. Es decir, su manera narrativa, su temática, se aleja bastante de la típica novela literaria de finales del siglo XX, por eso su primera salida comercial careció de resonancia. El hecho de que varias novelas suyas fueran llevadas a la gran pantalla, y la obtención del premio Strega, el más importante de las letras italianas, le concedieron la merecida fama.Quizás la originalidad narrativa de Ammaniti proviene de que inició su carrera literaria por casualidad. Siendo estudiante de Biología en la universidad de su ciudad natal acudió a una fiesta, donde conoció a un editor que buscaba nuevos talentos, quien le motivó para escribir. La frescura de su talento se manifiesta en la invención de los escenarios, en este caso, Ischiano Scalo, una pequeña localidad de la riviera italiana, que puebla con una serie de ciudadanos originales, un puñado de gentes que actúa guiado por sus emociones, por las circunstancias, que resultan personajes muy alejados de los pueblerinos adormecidos por el opio de la televisión. Dos parejas protagonizan la obra, la formada por el cantante y playboy Graziano Biglia, de unos cuarenta años, y la treinteañera Flora, y la de los chiquillos Pietro y Gloria. En segundo plano aparecen una serie de personajes inolvidables, los padres de Pietro, la madre de Graciano, o Alima, la puta nigeriana.
El argumento comienza a desarrollarse el día en que Graziano luciendo sus largos cabellos teñidos de rubio, vestido en la guardarropía de un auténtico chulo putas, regresa a Ischiano Scalo anunciando que se va a casar. Su novia, la bella Érica, está al llegar. Pasan los días, y Biglia descubre que la muy zorra se ha escapado con un tal Mantovani. Por suerte, la ruleta de la fortuna le hace conocer a la maestra Flora, una belleza cuyos encantos descubrirá en unas termas, donde Flora pierde su virginidad gracias al buen hacer de Graziano, ganador, entre otros trofeos, del concurso Míster Pichabrava, conseguido tras contabilizar trescientos encabalgamientos en un verano.
La divergencia de carácter de los componentes de cada pareja impide cualquier simetría, excepto la conseguida si seguimos los cambios de rumbo del texto como si se tratara del giro de un cubo de Rubik. El niño Pietro es hijo de un pastor, alcohólico violento. La chavalina, en cambio, es hija de un acomodado director de banco. Pietro resulta poco emprendedor, se deja abusar por los compañeros, mientras Gloria, es una niña guapa y segura de sí misma. Los une un profundo sentimiento de amistad. El destino de los niños y de la singular pareja formada por la pelirroja Flora Palmieri, una maestra rara, solitaria, y Graziano Biglia, el excantante venido a menos, se cruzarán por pura casualidad. Flora es la profesora de Pietro, mientras Biglia intervendrá a favor del chaval cuando unos compañeros de clase abusaban de él.
Novela excelente, donde quedan retratados con humor personajes propios de nuestro tiempo, guiados por valores que asociamos con la publicidad comercial, cuerpo musculoso, pechos desproporcionados y así.