Pilar Castro
Dos vidas, dos existencias distintas, sometidas de manera brusca a un antes y un después cuyo punto de inflexión corresponde a un momento en el que no parecía haber otro camino que invertir la dirección de sus respectivos destinos. No se conocen, nada tienen en común, salvo esa singular circunstancia que hizo que no pudieran soportar un opresivo hastío existencial y saltaran la barrera de la normalidad para situarse del otro lado. Arranca la novela con la primera de ellas; la registra una tipografía en cursiva y constituye un relato fragmentado, a veces delirante y a veces poético. Nada sabemos de los motivos que han llevado a Julio a convertirse en un indigente; sus anotaciones, halladas en su habitáculo junto a un álbum de fotos y recortes de periódicos con la noticia de una niña alemana desaparecida tiempo atrás, aluden a su realidad anterior: una mujer, un hijo, imágenes que le persiguen en forma de culpa tortuosa. Sus impresiones discurren paralelas al relato que nos llega, en tipografía convencional, de la otra vida: un joven filólogo con ambiciones literarias trabaja en la editorial de su suegro, está a punto de casarse y decide dar un golpe de timón alejándose de todo ese confort durante un tiempo. Él nos conduce por el aparente sinsentido de las dos realidades, razón de los dos planos narrativos que discurren paralelos hasta confluir en un punto y componer el relato Sintecho, de Miguel Torres (Málaga, 1966), quien ya dio muestras de su esmero en anteriores ocasiones (Los que esperan, No sé quién eres), aunque hay que advertir que este es cautivador, por su ritmo envolvente y un sutil juego de ficción y realidad, no exento de tensión narrativa.
Este segundo narrador nos proporciona los apuntes que se encuentra en un coche abandonado frente al piso en el que se instala durante seis meses con la intención de escribir una novela. El indigente que lo ocupa despierta su interés, intuye que es hilo del que tirar, la materia novelesca. Pero la realidad cambiará el rumbo y la finalidad de sus pesquisas. Habrá novela, sí, pero su argumento alcanzará la suma de todas esas vidas que absorben el sentido de las dos vidas aquí representadas.