Puente de Vauxhall / Historia del invierno
Javier Sebastián
27 junio, 2014 02:00Javier Sebastián
Desde sus inicios, Javier Sebastián (Zaragoza, 1962) ha sido un escritor creativo que supera el contenido referencial de sus novelas con dosis de invención y de misterio. Así ocurre en una historia tan testimonial y dramática como la de El ciclista de Chernóbil. Ahora, da un paso más en la manipulación imaginativa de la anécdota hasta llevarla al terreno del fantaseamiento del fantaseamiento al que solo se puede pedir la verosimilitud propia de la ficción. Esto hace en sus dos nuevos títulos. Evocando el precedente de Gómez de la Serna, Puente de Vauxhall merece calificarse de falsa novela de espías. La monja Loretta María, aquejada de hipernesia, y en su día confidente de Diana de Gales, cuenta muy secretas y peligrosas noticias relacionadas con el accidente que costó la vida a Lady Di. La narradora se ve atrapada en una enrevesada trama de intereses y desconfianza de los servicios secretos británicos. El caso es que tanto la monja como la propia narradora ignoran su condición de instrumentos de oscuros manejos.La constatación de que no sabemos lo que somos se convierte en leitmotiv del libro, y desde ahí se abre su auténtico tema, la cuestión de la identidad, asunto en torno al cual se despliegan sugerencias y conjeturas inquietantes. La identidad se sostiene en la memoria, un reducto de la individualidad amenazado por últimos novísimos medicamentos de los que la novela da significativa noticia. ¿Quiénes somos, qué control tenemos de nuestra vida, cuán engañosa es la percepción de la realidad? son los dilemas que desembocan en el problema de la verdad, núcleo de Historia del invierno.
Se trata de una novela emplazada en 1944 en varios lugares europeos y protagonizada por un elenco pintoresco de personajes: un niño un español con "poderes" a quien se le aparece la madre, su padre, un conspirador por la restauración monárquica de don Juan, un abogado estafador... Semejante tono sigue la trama, llena de insólitos sucesos, entre ellos que el niño haga creer a Franco que es su sobrino bastardo. Tenemos un sainete lleno de jocosas mentiras donde las personas carecen de personalidad. O sea, nuevo cuestionamiento de la identidad a través de una fábula narrada con gran agilidad, de estructura muy bien montada. Un estilo directo sirve al progreso natural de la narración.
Como un moderno juglar, Sebastián lanza una paródica mirada interrogativa sobre el viejo asunto barroco de la realidad y las apariencias prefiriendo la amenidad y el juego al discurso especulativo.