Patricio Pron. Foto: Gonzalo Arroyo

Random House. Barcelona, 2014. 128 pp., 16'90 e. Ebook: 10'44 e. / Turner. Madrid, 2014. 306 páginas, 19'90 e.

La última novela de Patricio Pron (Argentina, 1975), figura innegociablemente importante de su generación, y por ello llamada a ser discutida, es una vieja novela de Pron, aunque en realidad ya no lo es, porque ha sido corregida y porque cabe defender que Pron ya no es el mismo hoy. De Una puta mierda (2007) a Nosotros caminamos en sueños, el libro ha sufrido una reescritura significativa. Se trata de un texto que tiene su centro en la guerra de las Malvinas, escrito por alguien que era un niño cuando esa farsa siniestra tuvo lugar: de ahí la naturaleza imposible de su realismo, la elasticidad de su verosimilitud, su carácter imaginario. En Nosotros caminamos en sueños, que cuenta en primera persona los infortunios de un soldado perdido en unas islas cuya ubicación nadie sabe determinar, la guerra es un cruce de caminos muy mal señalizado, de forma que los soldados tienen identidades paródicas o disminuidas, el lenguaje cae en la confusión grotesca y los frentes se confunden como si no existieran, o como si fueran la misma trinchera. La novela contiene momentos de comicidad imparable, hasta el punto de que la contraportada alude a las referencias de Copi o Beckett, pero no parece menos oportuno recordar a los Monty Python. Aquí lo mismo se remeda un verso de Vicente Huidobro que se alude a las sutilezas de la dictadura ("van a desaparecerlo") o se practica la broma íntima (la más reconocible, esa referencia a alguien llamado "M. Schifino"). La "Nota" final es una excelente lectura de la propia obra: para su generación, dice Pron, aquella guerra fue "una victoria secreta porque trajo a nuestras vidas la mentira y la sospecha, que son todo lo que un escritor necesita". Pero ojo, porque en el horizonte de estas hazañas bélicas asoma otra maquinaria: el Capitalismo. El final es abrupto como el de un sueño.



También el Capitalismo nos saluda al fondo de El libro tachado, un ensayo sólido y muy sugestivo. Estamos casi ante una historia de la literatura vista desde el lado de su negación. Aquí se convocan muchos temas recurrentes: la desaparición o muerte del escritor, singularmente. ¿Qué es, de hecho, un escritor? ¿Una marca, un productor de sentido, la columna vertebral de una "carrera literaria"? ¿Es una entidad viva, superviviente o definitivamente muerta? ¿Y qué significaría esa muerte? El repaso de Pron a una larga serie de desmentidos a la idea de autor (la escritura realizada por autómatas, el anonimato, el silencio, la censura, la desaparición literal o no, la colaboración, el plagio, etc.) tiene un carácter enciclopédico que entusiasmará o fastidiará al lector, dependiendo de cuántas veces le sorprenda (conmigo lo consigue con regularidad), pero está regido por un estilo ensayístico irónico impecable.



Hacia el final, la crisis actual toma el escenario para que el autor plantee algo fundamental: mientras discutimos en qué formatos leemos, ¿no eludimos la urgencia de la pregunta sobre qué leemos y por qué? Es inevitable que aparezca Internet y que Pron renueve su oposición al anonimato digital, y que la discusión literaria no sea ajena a la política (entendida como algo bastante más revelador que la mera disputa cortesana). Pero esta cita dará buena cuenta de la dirección en que apunta El libro tachado: "no parece probable que vayamos a tener en el futuro algo más que los testimonios literarios de una cultura de la redundancia: textos sin autores, pero también sin lectores y, por consiguiente, sin necesidad, sin derrota pero también sin gloria".