Ba Jin

Traducción de Eulàlia Jardí. Libros del Asteroide, 2014. 372 pp, 19'95 e. Ebook: 11'99 e.

Ba Jin (Chengdu, 1904 -Shanghái, 2005) nació en el seno de una familia acomodada. Acusado de contrarrevolucionario durante la Revolución cultural, no sería rehabilitado hasta 1977. Con un fuerte componente autobiográfico, Familia (1931) aborda las peripecias de cuatro generaciones que conviven bajo el mismo techo, de acuerdo con los valores de la China feudal. Los tres hermanos Gao ocupan el centro de la trama, mostrando las distintas maneras de reaccionar ante los cambios introducidos por el contacto con la cultura occidental. Su existencia discurre entre los muros de un hogar concebido como un espacio opaco, donde el umbral representa una barrera infranqueable. No hay placidez en ese universo hermético, sino infelicidad, autoritarismo, estupidez y crueldad.



Ba Jin concibe su novela como su particular "J'accuse" contra la familia tradicional china. Se ha dicho que Juehui es una proyección de su personalidad y que Jianyun reproduce la tragedia de su primo mayor. Juehui escoge una "deserción ética", una liberadora ruptura que le permite ser el protagonista de su propia vida. Jianyun se mantiene en el seno de la familia, respetando los códigos ancestrales. No desviarse de la tradición le parece imposible, pero cumplir con sus ritos malogrará sus expectativas de dicha.



En la vida real, el primo de Ba Jin (seudónimo de Li Yaotang) le confesará en una carta que ha descartado el suicidio por su madre, su mujer y su hijo. Se considera "un muerto viviente". Curiosamente, fue el que despertó en Ba Jin la curiosidad intelectual, cierta rebeldía y el amor por la literatura. Brillante y con un espíritu inquieto, correrá la misma suerte que el ficticio Jianyun: un matrimonio forzoso, un trabajo que no ama, una existencia monótona y sin alicientes, un prematuro envejecimiento. Aunque Japón y China no son culturas basadas en el sentimiento de culpa, la predisposición de renunciar a la felicidad individual solo puede explicarse por una culpabilidad interiorizada desde la infancia, cuando los adultos inculcan en las nuevas generaciones la obligación de obedecer ciegamente la voluntad de abuelos y progenitores.



Mientras escribía Familia, Ba Jin recibió un telegrama que le comunicaba el suicidio de su hermano mayor. Fue un golpe terrible, pero no inesperado, pues su hermano era otra víctima de la sociedad tradicional. Familia es un homenaje al hermano perdido y a todos los que han sufrido en circunstancias parecidas, particularmente las mujeres chinas, educadas en la sumisión y el miedo, condenadas a ser objetos decorativos y a soportar malos tratos, humillaciones y continuos menosprecios, que incluyen la represión de sus deseos y anhelos. Ba Jin no despliega en Familia su mejor prosa, más elaborada y lírica en obras posteriores, pero se expresa con la sencillez y el desagarro de un artista de incuestionable talento.



Está ajustando cuentas con el pasado y no hay espacio para la retórica o el artificio. Sus personajes son extremadamente humanos, la trama nunca pierde intensidad y las reflexiones morales se desprenden de los hechos, nunca de un discurso explícito y moralizante. En un emotivo prefacio, Ba Jin se dirige al hermano suicida: "Yo no deseo la muerte. Quiero vivir. Quiero escribir". Creo que Familia puede leerse como un grito a favor de la vida, la libertad y la tolerancia, donde el pasado se transforma en un mal sueño y el porvenir en un enorme caudal de agua, que fluye hacia la independencia, el riesgo y la dignidad.