Silvia Grijalba. Foto: Carlos Díaz.

Espasa, 2014. 270 pp., 19,90 e. Ebook: 9,99 e.

La primera impresión de esta historia de amor frívola y locuaz, con rumbo a exóticos viajes, turbulencias inesperadas, glamurosas estancias y relaciones que deslumbran por su apariencia, es la de pertenecer al tipo de novelas que garantiza frescura y entretenimiento a quien persiga esos fines. Y así es. Todo lo expuesto coincide con lo que ofrece su lectura, pero sería injusto no reconocer un esmerado esfuerzo por obtener esos logros a través de una estructura planificada, un punto de vista resultante de sumar el de divertidos personajes que abren la historia, en lugar de encerrarla en la absorbente aventura amorosa, y aportan, al relato individual, cierta complejidad derivada del intento de hacerlo, en cierto modo, colectivo. A ello se suman diálogos ágiles, que prestan a la narración el ritmo de frescura que desprende, y más de un guiño interno a la creación de la propia Silvia Grijalba (Madrid,1967), que oculta su condición tras el artificio del parentesco con Marta, la narradora, protagonista y autora de la peripecia personal que recrea bajo esta fórmula narrativa.



La historia de Marta proyecta muchas otras: cuando, con 40 años cumplidos, rompe con su pareja y su mundo laboral también parece cerrarle expectativas, conoce a Alberto, seductor, viajero, de identidad algo turbia pero con atributos que le vuelven loca. En ese momento, necesitada de estímulos que le animen a cambiar de vida, decide dejarse arrastrar por un viaje excepcional, que va encadenando lugares (Estambul, Londres, Marbella) y gentes que marcarán su futuro, más que el propio Alberto. La acción describe con desenfado la "adicción" en la que va cayendo la protagonista, y cómo surge, en la línea de las mejores comedias románticas, el antídoto preciso, en el momento justo, para conducir el enredo hacia el final adecuado. Aunque (sirva de objeción) la tensión narrativa tarda en llegar, y su efecto queda minimizado por otros logros ya señalados.