Dividido en dos partes, Agnès está escrito por una adolescente. Empieza el texto, de forma epistolar, dirigiéndose a un amor que está por llegar. Ese amor, que empieza sin nombre, es, a la vez un amigo, un hombre mayor, Dios. Esa oscilación entre el amor sensual y el religioso hace que el texto tenga una dimensión más grande, poética, espiritual. Los cambios de emoción, las dudas, las preguntas que se hace sobre su futuro una adolescente, vienen aquí perfectamente reflejados. El tono intimista y la forma epistolar hacen que el lector se sienta cercano a este personaje, sensible y débil.
El texto, subjetivo, intimista, lírico, dice también mucho del personaje narrador y de su vida. Abandonada a sus pensamientos, Agnès escribe, desordenadamente pero con un estilo impecable, lleno de matices y de dobles sentidos que se dirigen a un amor puro y verdadero. Agnès quiere aprender, estar preparada para cuando aparezca ese amor. Poco a poco, se va convirtiendo en escritora. Gracias a la escritura, va encontrado sentido y destino. El lector asiste a esta transformación de Agnès, que pasa de la ignorancia a la sabiduría mientras abandona la adolescencia y se convierte en escritora.