Javier Cercas

Literatura Random House, 2014. 420 páginas, 22'90 euros. Ebook: 12'99 e.

Desde que Javier Cercas (Ibahernando, 1962) es Javier Cercas a efectos de jerarquía, es decir desde Soldados de Salamina, el autor ha ido demostrando un talento muy agudo para localizar temas oportunos que requieren de la escritura narrativa o incluso la exigen: esa virtud propició su mejor libro, Anatomía de un instante, y ahora lo ha conducido al que a mí me parece su segundo mejor libro, si es que este tipo de clasificaciones tienen sentido.



Lo primero que puede decirse de El impostor es que la figura de Enric Marco, el hombre que convenció a todos de su falsa condición de superviviente de los campos nazis, no tiene desperdicio. Lo segundo es que resulta incomprensible que nadie lo hubiera abordado así antes, y eso honra a Cercas. Lo tercero es que esta "novela sin ficción" o "relato real" se lee con ganas: yo lo hice en dos sentadas y cierta adicción. Aún así, en caso de preguntarme si el libro pudo ser otro, aún más valiente y denso, la respuesta probable sería que sí; pero El impostor está aquí, es el libro que Javier Cercas ha sabido escribir, y es una novela sólida y afortunadamente discutible.



En El impostor, Javier Cercas investiga la vida de Enric Marco a través del testimonio del propio protagonista y de quienes lo conocen. Cercas, narrador y personaje, en todo momento concibe su labor como una serie de interrogantes que apelan tanto al impostor Marco como al impostor Cercas. Desde luego, la historia de Enric Marco es notable y a ratos convierte El impostor en una novela picaresca: cuando se tira del hilo biográfico, resulta que el engaño de ese anciano que convenció de su paso por Flossenbürg a autoridades, periodistas y audiencias fue sólo la culminación de una vida hecha de ficción. Mucho antes de esa mascarada final, Marco había logrado ser un líder sindical sin ningún pasado sindicalista, pasar por símbolo de la resistencia antifranquista sin haber opuesto resistencia reseñable al régimen, o construirse una leyenda soldadesca que se sostenía sobre una nada casi absoluta. Todo en Marco es ficción, y como apunta Cercas, eso lo convierte en una versión exacerbada de lo que ocurre en casi todas las vidas: que nos mentimos y mentimos a otros para ir tirando. Marco, sin embargo, no va tirando: Marco lo peta colándosela a medio mundo, a lo grande, alucinantemente. Los héroes son otra cosa, y Cercas lo sabe y lo dice.



En El impostor, el narrador se debate entre la repugnancia por alguien que ha utilizado el Holocausto para medrar y una simpatía latente (tal vez sería más preciso hablar de empatía) hacia alguien singular que, además, evidencia unas debilidades muy humanas a través de sus mentiras.



En esta encrucijada moral, que el autor trata con honestidad, se acumulan más matices: ¿no es también el novelista alguien que miente para decir la verdad? Y entonces, ¿no podría ser Marco una novela encarnada, un Quijote irresponsable, pura ficción que el propio Cercas no podría condenar sin condenarse a sí mismo? La respuesta es que no, por varias razones evidentes bien desarrolladas por Cercas, pero la textura del libro gana espesor gracias a esa vacilación. Digo "vacilación" más que ambigüedad: el valor de Javier Cercas, lo arriesgado de su postura como autor, no son tan radicales que lleguen a incomodar verdaderamente al lector. He aquí un límite del libro. Otro límite está en la escritura de Cercas, que se sirve de disyuntivas y ritornellos como generadores de un ritmo reflexivo matizado, con resultado irregular: por ahí se cuelan pasajes un poco gaseosos, aunque no matan el conjunto.



En sintonía con las preocupaciones habituales en Cercas, la historia de Marco termina siendo un espejo en el que mirar la historia contemporánea de España y, sobre todo, nuestra incapacidad de afrontar ese pasado con rigor y justicia. En este año literario, los consagrados han mirado a la Transición (pienso ahora en Javier Marías) para contarla como una mentira o una reconstrucción del pasado o su ocultación.



Más que "insumisa" (eso no lo veo), la mirada de Javier Cercas al asunto es ajustada: Enric Marco se inventó un personaje que debía resumir nuestras mejores virtudes como país, y eso era mentira; pero las miserias e imposturas del verdadero Marco, en cambio, sí nos resumen con sorprendente exactitud. Excelente tema, construcción y ritmo notables, seriedad suficiente en las ideas como para que valga la pena debatirlas: El impostor es un buen libro.