Andrés Barba. Foto: Alejandro García

Anagrama. Barcelona, 2014. 178 pp, 14'90 e. Ebook: 9'49 e.

La novela ha sufrido periódicos asedios desde que hace siglo y medio se convirtió en el género literario idóneo para representar las complejas tramas individuales y colectivas del mundo moderno. Desde numerosos frentes se la ha querido abatir y con cansina melopea se ha declarado su muerte. No habrá, sin embargo, un difunto más vivo y hoy perdura, entre plurales vanguardismos, con veterana frescura porque sigue habiendo narradores que, amortizadas gangas sociologistas, acuden a ella por su capacidad para mostrar la intimidad del ser humano.



Entre los autores que beben en esa corriente clásica se encuentra Andrés Barba (Madrid,1975), quien solo ha necesitado en sus libros aventar con un plumero el polvo viejo para escribir unos relatos actuales y vivos. Tal cosa sucede con En presencia de un payaso, nueva incursión del narrador madrileño en el ámbito del intimismo donde se mueve con particular comodidad y solvencia.



Dos pivotes de la novela clásica aguantan En presencia de un payaso: argumento y prospección psicológica. En ellos Barba procede a un adelgazamiento y estilización que los remozan y les dan frescura. La novela cuenta una historia clara y sencilla, aunque de cierta complejidad. Un todavía joven científico de cuarenta y dos años, Marcos, ha merecido que la Review of Modern Physics publique un novedoso experimento suyo sobre el comportamiento de unas ondas lumínicas. La prestigiosa revista le pide que escriba un autorretrato informal. Este breve texto, cuyas indecisas variantes incorpora la novela en letra cursiva, suscita un repaso autobiográfico en el que afloran fantasmas de su conciencia.



La anécdota, interesante por sí misma, funciona como eje central del relato y a él se incorporan unas pocas relaciones personales del protagonista: con Marta, la becaria que propició el hallazgo y a la que ha relegado; con su mujer, Nuria, con quien mantiene un complejo trato; con su cuñado, Abel, famoso payaso televisivo -eco anecdótico del italiano Beppe Grillo- exilado a América a raíz de haber encabezado una campaña política antisistema; en fin, con su padre, recién abandonado por la esposa adúltera.



Este grupo de personajes proporcionan una atrayente y varia materia psicológica. Un narrador externo pero cercano casi siempre a la conciencia de Marcos dibuja un coral retrato del alma donde se reflejan variadas pulsiones. Tanto el comportamiento como el pensamiento de los personajes deshojan la margarita de la conciencia: el egoísmo, la mala conciencia, el engaño, el tartufismo, las suspicacias interesadas, las desconfianza, los celos, la indiferencia afectiva, el desvalimiento, la soledad... Barba muestra estos registros psíquicos con un cuidado que evita el efecto patético pero sin devaluar su intensidad, hondura y en varios casos su dramatismo. Todo ocurre en medio de una generalizada asepsia ambiental. No vemos externas desgarraduras dostoievskianas sino un mar de fondo inquietante.



No son nuevos estos temas que pertenecen al patrimonio universal de la literatura. Pero siguen teniendo vigencia intemporal. El autor los aborda con su personal manera que consiste en darles un brochazo de inmediatez verista. Los trata como fenómenos corrientes que emplaza en un medio muy concreto: la geografía madrileña puntualizada en espacios urbanos (una exacta estación de metro) o en la sierra (el parque de La Pedriza).



Con algunos sencillos enunciados atina Barba a designar la compleja realidad interior: los "túneles desconocidos" del corazón, "las bisagras emocionales". Y alcanza notable acierto al insinuar la condición misteriosa de las vidas humanas mostrando cómo ni siquiera uno mismo llega a conocerse del todo. Esta emotiva novela ayuda a descubrirnos en el espejo de la ficción.