Planeta. Barcelona, 2014. 430 páginas, 20'90€

Hubo un tiempo en que los jóvenes sabían que podían prosperar en su propio país, en que hablaban con estupefacción de las penurias pasadas en otro tiempo por sus padres. Un tiempo en que el futuro se conjugaba con optimismo, porque en el futuro había mucho por hacer y mucho por desterrar, comenzando por el ya visible fin de aquel régimen dictatorial que terminó durando 40 años. En esa época comienza Los años felices, cuando su protagonista, Fausto Aretino, llega a un Madrid que algo tiene de tierra prometida, convencido de que si el hombre había pisado la Luna, "podía hacer cualquier cosa que se propusiera". Su sueño es ser periodista, y mientras le seguimos en su empeño, asistimos también a los últimos 40 años de la historia de España. Se novelan aquí los años de nuestra Transición, en un país donde el optimismo resultaba a veces un espejismo, pero ayudaba a prosperar. Los personajes principales son hijos del famoso baby boom de los 60. Son la encarnación de ese optimismo, de esa (falsa) prosperidad. Luchan por hacerse un hueco, y lo consiguen. Sólo más tarde se darán cuenta de que las cosas son diferentes a lo que pensaban.



Esta es una novela sobre periodismo, sobre el amor a una profesión denostada y maltratada, sobre la corrupción cotidiana a la que nos hemos enfrentado en los últimos años, sobre el engaño institucional, sobre el desengaño colectivo. Sólo podía haberla escrito un periodista profundamente conocedor de todo ello. La historia de López Alba es sólida, trágicamente contemporánea, necesaria. Acaso es más crónica que novela, a pesar de lo ficticio de sus personajes principales. En todo caso, se mueve en un terreno ambiguo, el de la hibridación genérica, como las notas finales corroboran. Tal vez su autor hubiera querido escribir una crónica, pero recordó aquello de que "la verdad sólo puede contarse en la ficción". En todo caso, es de celebrar que lo haya hecho con tanto oficio y autenticidad.