La lengua de los secretos
Martín Abrisketa
1 mayo, 2015 02:00Martín Abrisketa. Foto: Archivo
El riesgo figura siempre en la columna del haber del escritor. Martín Abrisketa (Bilbao, 1967) lo ha asumido al buscar una perspectiva personal sobre uno de los temas más fatigados de la literatura española, la guerra civil. Aunque ésta haya conocido enfoques variados, cabía una mirada diferente más, el tratamiento fabulístico de La lengua de los secretos.Abrisketa sostiene argumentalmente su novela en un esquema convencional. Vuelve a un punto de partida frecuente en los narradores del medio siglo, en Juan Goytisolo, García Hortelano o Fernández Santos, el impacto de la lucha en la infancia. No fue la guerra para los niños siempre un drama, sino un tiempo de libertad y aventura, aunque luego el paraíso se convirtiera en escenario de una tragedia, en este caso los salvajes bombardeos alemanes sobre Bilbao y alrededores, donde se emplaza la acción. Y continúa con otro hilo frecuente: el traslado humanitario de los pequeños al extranjero.
Sobre esta base dispone Abrisketa un relato de concienzuda construcción. En nuestros días se reencuentran el anciano Martintxo, el niño otrora refugiado en un pueblecito francés, y su hijo Martín. Éste, identificable con el propio autor del libro, confronta con el padre el relato que está escribiendo de aquellos decisivos sucesos de antaño con el propósito de liberarse del complejo de culpa que siempre le ha atenazado.
El pasado, que se alarga hasta la rebelión minera de 1934, se contrapuntea con el taller de escritura de la propia novela en 2012, y esta cuidada construcción se complementa con variedad de recursos formales: cartas, dibujos interpolados, diálogos sin marcas tipográficas, onomatopeyas (abusivas, por cierto).... En suma, tenemos una templada actitud vanguardista oportuna para conseguir el peculiar objetivo de la novela, la recreación global de la militarada de 1936 desde los parámetros de la fábula. Lo fundamental de este curioso registro es que no persigue la mera sustitución del consabido relato militar tremendista por una imaginería fantaseadora sino que se pone al servicio de una propuesta -casi una tesis- moral.
Esta notable novela de ideas peca por exceso de reblandecimiento emocional y de páginas. Pero pocas veces un escritor novel se presenta con una personalidad tan fuerte y decidida. Lo cual permite aventurar el nacimiento de un narrador con un gran futuro por delante.