Don Carpenter. Foto: Archivo
Gracias a que en 2009 la New York Review of Books rescató del olvido su primera novela, la impecable Dura la lluvia que cae (1966), la obra de Don Carpenter (1931-1995) se ha visto revalorizada en los últimos años, y no solo en Estados Unidos, donde hasta entonces no era más que un escritor para escritores. En España, Dura la lluvia que cae fue aplaudida con fervor por la crítica y no pocos cayeron rendidos ante la hondura y honestidad de la propuesta literaria de Carpenter, tan aparentemente simple en su prosa como demoledora en sus historias. Ahora ve la luz su último título, Los viernes en Enrico's (2014), y sus más fieles seguidores podrán reencontrarse con esa inusual maestría narrativa ya detectada en aquella primera y extrañamente perfecta novela.No deja de tener su encanto que Los viernes en Enrico's sea una obra póstuma pues en sus páginas se recoge todo el imaginario literario de su autor. Visto en perspectiva, parece como si Carpenter supiera que esta novela iba a convertirse en su canto del cisne, preparando así su despedida literaria con un texto inmenso e integrador que haría las veces de colofón a toda una carrera dedicada a la escritura. Lamentablemente, Carpenter no pudo soportar durante más tiempo las penurias de sus múltiples enfermedades y en 1995 se suicidó, dejando el manuscrito de Los viernes en Enrico's sin pulir. Es al escritor Jonathan Lethem, autor entre otras de la exquisita Huérfanos de Brooklyn y uno de los principales reivindicadores de Carpenter, a quien se le encarga la tarea de ordenar y corregir el manuscrito, y él será el primero en apreciar que no está simplemente exprimiendo un legado sino que se encuentra ante una imponente obra literaria. Por lo demás, como confiesa el mismo Lethem en el posfacio que cierra la edición, su labor se ha ceñido a la propia de un editor con derecho a la última palabra, añadiendo poquísimos párrafos de su puño y letra, de ahí que podamos asegurar que Los viernes en Enrico's es puro Carpenter. Es, de hecho, el mejor Carpenter posible.
En esta novela encontraremos al narrador de prosa limpia y detallista que reflexiona sobre sus temas de siempre (el pasado sin redención, la asunción del sistema), sirviéndose para ello de una historia ambiciosa que abarca varias décadas en la vida de un grupo heterogéneo de escritores, todos desubicados en su incesante búsqueda del éxito. El retrato que aquí se ofrece del mundillo literario de los años sesenta es ciertamente romántico, en el sentido más bukowskiano del término: ese abrirse paso a través de la publicación de relatos en revistas de renombre, ese mimo al manuscrito mecanografiado, la posibilidad real de vivir de la escritura, la odiada/ esperada llamada de Hollywood… Son sin duda tiempos en los que la literatura aún tiene cierto peso en la sociedad, como queda reflejado en ese San Francisco contracultural forjado a golpe de tecla por los beatnicks alrededor de la City Lights, un período que Carpenter dibuja espléndidamente en esta novela.
Pero al margen de las tribulaciones propias del escritor que triunfa en la literatura a la vez que fracasa en lo personal, de las lógicas batallas con el ego y su entorno, la verdadera tensión que recorre las páginas de Los viernes en Enrico's se da en el campo mismo de la literatura, entre el valor de lo pulp y la supuesta alta cultura, entre el escritor de raza y el que se prostituye. Un debate insobornable que se introduce, sobre todo, a través del personaje de Stan Winger y que resulta a su vez perfectamente aplicable a la narrativa de Carpenter, un escritor mayúsculo que quizás por falta de posicionamiento estético, ajeno desde luego a las intelectualidades postmodernas de la época, terminó injustamente adscrito a una segunda fila dentro de su generación.
Y sí, más allá del análisis minucioso del fracaso y de la fina psicología con la que Carpenter dota a sus personajes, hay mucho de pulp en Los viernes en Enrico's y es precisamente ese elemento lo que hace que esta novela, de evidentes tintes clásicos, brille como lo que es: una auténtica joya literaria, uno de los títulos del año.
@FranGMatute