José Belenguer Serrano

Premio Tristana. Menoscuarto, Palencia, 2015. 175 páginas, 16'50€

José Belenguer Serrano (Valencia, 1948) no es alguien que ilustre su biografía con una trayectoria de títulos que remitan a sus cualidades (que las tiene) de gran escritor, pero sí es un veterano de la escritura, como evidencian sus incursiones en la creación de guiones para cómics, la experiencia teatral con el título El velo de la señorita Maya (1994), y esta digna y fresca peripecia novelesca titulada Doce velas y un don, recientemente galardonada con el Premio Tristana de Novela Fantástica. El manejo del lenguaje, el estilo fluido y el dominio del ritmo confirman a un autor con experiencia en estas lides. Pero además, en este caso, el relato de la peripecia vivida por el protagonista, Fernandito Pérez Sanguinetti, a raíz de un incendio en su casa, provocado por él mismo cuando iba a apagar las velas el día que cumplía doce años, tiene la textura de un sueño fantástico, o de una pesadilla, aunque eso sí, de las que es posible despertar antes de sucumbir a la prescripción del peor de los finales (no precisaremos más).



Lo que más llama la atención es el sentido escénico que da cobertura a la acción, y el particular humor de un narrador omnisciente y desinhibido, que atiza con su ironía a unos y a otros, increpa y sorprende a los lectores, crea apartes y paréntesis cuando la acción lo requiere, y juega a sus anchas con su omnisciencia conduciendo la historia de Fernandito por donde el niño jamas habría imaginado. Lo que resulta es un relato entretenido y divertido sobre los niños con "poderes extraordinarios", la repercusión social de sus actos y los remedios de los facultativos que les asisten. Para entenderlo: Fernando es el ejemplo de cómo un niño tímido e irresoluto, huérfano de padre recientemente y sin ninguna cualidad sobresaliente en su haber social y académico, se convierte, de la noche a la mañana en un niño portador de un don extraordinario: el de la bilocación.



Consciente de la trascendencia busca mantenerlo en secreto, pero es inútil, y como en el caso de otros niños "geniales", se ocupará de su tratamiento un médico especialista que, junto a la prohibición de bilocarse, le receta un fármaco con efectos inesperados, pues no solo no le cura sino que multiplica la potencialidad del fabuloso don, esto es, le otorga el poder de la "multilocación" (o lo que es lo mismo, puede multiplicarse en muchos Fernanditos), lo que traerá consigo "una perversa concatenación de circunstancias adversas" (a juicio del narrador) que dejan su historia sin aliento. Eso sí, con el peso del final prescrito en tan excepcional don. ¡Mientras el narrador no disponga lo contrario, claro, en nombre del carácter "fabuloso" que reviste el suceso!