María Fasce. Foto: Sebastián Lidijover
Siguiendo una corriente prolífica de la narrativa actual, la bonaerense María Fasce (1969) -novelista, cuentista, crítica y directora literaria de Alfaguara- ficcionaliza acontecimientos de la realidad en La mujer de Isla Negra. No se trata aquí de que la autora escriba sobre su propia vida sino que recrea acontecimientos de la vida de Pablo Neruda y de sus relaciones con Delia del Carril y Matilde Urrutia. Es obvia, por otra parte, la oportunidad de la obra de Fasce, meses después de que Gabriele Morelli publicase Cartas de amor de Neruda y de que Mario Amorós haya editado una nueva biografía del poeta -Neruda: el príncipe de los poetas- en la que se aportan documentos inéditos y datos sobre su muerte que han reavivado la polémica.La historia que cuenta María Fasce está narrada desde la perspectiva subjetiva de Elisa, una adolescente cuya madre, Raquel, hace labores domésticas en la casa de Isla Negra, localidad del litoral de Chile donde el Nobel se instaló para escribir a finales de los años 30. La muchacha, testigo casi mudo de cuanto sucede allí, vive con naturalidad al lado de Neruda mientras se siente fascinada ante la figura femenina de una Delia del Carril que, a pesar de ser 25 años mayor que el poeta, aparece como una mujer vital y deslumbrante, muy diferente de la figura roma y chata de Raquel. Elisa madura mientras descubre la infidelidad de Pablo con Matilde durante las ausencias de Delia, al tiempo que se forma como lectora, se deja seducir por el atractivo de la mujer del poeta, se desvincula cada vez más de la pobreza de su madre y de la vulgaridad de Matilde, y descubre el amor por un muchacho cuyo recuerdo la acompañará el resto de la vida.
En un tiempo breve, Elisa vive experiencias trágicas y fascinantes, y viaja a París donde se casa y tiene amores, aunque finalmente regresa a sus raíces que están en Isla Negra y en Temuco, el lugar vinculado a Raquel y a la infancia de Neruda. La revelación de un pequeño secreto hace más fácil el regreso, así como el reconocimiento de la madre y de la vida que pudo ser y no fue.
La novela de María Fasce está bien narrada, con una expresión sencilla que hace ágil la lectura y con un estilo suave y delicado, a veces íntimo y elíptico, que favorece la reflexión tranquila.