Manuel Longares. Foto: F. Juan March

Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016. 300 páginas, 19'90€, Ebook: 9'99€

La octava novela de Manuel Longares (Madrid, 1943) ratifica la fidelidad del autor a su mundo literario, centrado en torno a la ciudad de Madrid a lo largo de varias décadas del siglo XX, desde los años veinte hasta la interminable posguerra y la transición política tras la muerte de Franco, pasando por los años de horror y angustia vividos en la guerra civil. El oído absoluto anuda la coherencia de este universo novelístico no solo porque la historia narrada transcurre en los tres períodos de preguerra, guerra y posguerra, con epicentro en Madrid, sino también porque renueva con mayor equilibrio artístico formas y procedimientos ensayados por Longares en sus tres primeras novelas, reunidas en La vida de la letra, y adopta una actitud humorística y deformante reconocible en la estirpe literaria que tiene su cumbre en Romanticismo (2001) y se prolonga en Nuestra epopeya (2006) y Los ingenuos (2013).



Según reza el lema de cabecera, Posee oído absoluto para la música el que identifica por su nota la sonoridad que percibe. Es decir, el capaz de distinguir lo auténtico. Este ilustrativo paratexto ayuda a entender el título de la novela. También orienta el interés de lector hacia el sentido profundo de la obra, más allá de su asendereada historia vivida por unos personajes extravagantes en la España castiza desde los años veinte hasta la larga posguerra. Porque tras la charanga y pandereta de aquella España zaragatera el lector atento descubrirá en El oído absoluto un profundo amor a la literatura como refugio y alimento frente a las adversidades de la vida, abocada siempre a la inútil certeza de la eterna derrota.



La novela está compuesta en tres partes, con sus respectivos títulos de "Épica", "Lírica" y "Dramática", más un preludio en dos capítulos en los que se adelanta lo anterior al final, contado en un breve epílogo. En este comienzo in medias res nos enteramos de que Palmira se encarga de hacer llegar la biblioteca que su primo Máximo vendió al ayuntamiento de Pagán, de donde viene la familia. En las tres partes que siguen se desarrolla la historia familiar de los padres de Máximo y de Palmira, con atención especial a los del primero: Max, el poeta de Pagán, admirado en Madrid, exiliado en Francia durante la guerra y superviviente en la bohemia madrileña; y su esposa, muerta en un brutal asesinato colectivo perpetrado por falangistas en la plaza de Pagán mientras la compañía de cómicos representaba El caballero de Olmedo. La locura lleva a Max al manicomio de Pagán, sin que padre e hijo hayan llegado a entenderse nunca. Y al final Máximo levanta una biblioteca en honor de su padre muerto, convirtiéndose en el lector que nunca había sido, como también, desaparecido Máximo, su prima Palmira, a solas con los libros, arrincona en su lectura el miedo de morirse.



Esta larga historia familiar está poblada de personajes extravagantes, con excentricidades que van del censor de criterio fálico porque actúa según le dicta su miembro viril ("censor de miembro perspicaz") o el "docto paisajista" de pueblo con "solo dos ideas pero revolucionarias" hasta el aclamado como el "mejor escritor de la Madre Patria" o el conductor que habla por onomatopeyas cifradas en sonidos consonánticos, pasando el poeta por la gracia de Dios o el cura francés con nombre de cementerio (Lachaise) y que se va de putas.



El texto respira comicidad, ironía y humor hasta la disonancia, escrito en permanente intertextualidad con citas de autores clásicos y contemporáneos y fragmentos de zarzuela, copla y revista musical. El empeño en mantener este juego estilístico de intertextualidades enriquece la complejidad constructiva del discurso contado por sucesivos narradores y es un verdadero tour de force que acaba por convertir en tema central a la literatura misma en esta espléndida novela concebida entre el sainete y el esperpento valleinclanesco (no en vano el bohemio poeta de Pagán lleva el nombre de Max).