Image: Bailando en la oscuridad. Mi lucha. Tomo IV

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Novela

Bailando en la oscuridad. Mi lucha. Tomo IV

Karl Ove Knausgard

8 julio, 2016 02:00

Karl Ove Knausgard. Foto: André Loyning

Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Anagrama. Barcelona, 2016. 544 páginas, 24'90€, Ebook: 11'99€

¿Se puede transformar lo trivial en materia literaria? ¿Hay vidas insípidas o insípidas formas de vivir la vida? Bailando en la oscuridad, la cuarta entrega de Mi lucha, la monumental novela autobiográfica de Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) aborda la juventud del autor, cuando ya se ha manifestado la vocación literaria y no es posible predecir si el proyecto prosperará o se malogrará como una vana ilusión. Con sólo dieciocho años, Karl Ove logra una plaza de maestro en Håfjord, un pequeño pueblo pesquero del norte de Noruega. Es su oportunidad de dejar definitivamente atrás una infancia y una adolescencia terribles, con un padre alcohólico y violento. En esas fechas, Knausgård odia lo burgués y busca la libertad. Se identifica con el protagonista de El guardián entre el centeno y otros personajes similares, incapaces de aceptar cualquier forma de autoridad y sin ningún aprecio por los bienes materiales. Sus padres se han separado y carece de hogar al que regresar. Es un desarraigado, de convicciones vagamente anarquistas y con un inconformismo radical. Aún no ha leído el Ulises, pero le fascina lo que comentan sobre la novela: "Me imaginaba algo como una enorme torre reluciente de humedad, rodeada de niebla y una tenue y pálida luz de un sol cubierto de nubes".

Todavía está lejos la insólita aventura literaria que alumbrará la saga de Mi lucha, pero presiente que hay un mundo en lo minúsculo e insignificante. Su ambición es viajar, conocer Europa, trabajar en cualquier cosa, tomar notas, y escribir una novela con sus experiencias. Håfjord puede atravesarse en quince minutos. Parece la antítesis de su sueño, pero esos quince minutos serán el escenario de una importante transformación. Karl Ove cruzará la línea que separa la juventud de la edad adulta. Quizás prematuramente, pero de forma irreversible. Ser profesor le exigirá asumir la responsabilidad de instruir a un pequeño grupo de chavales, sin ningún interés por aprender. Su actitud no le desanima, pues esa resistencia aún late en su interior como una forma de oposición a un mundo con reglas, normas y obligaciones. Su escasa edad sólo le complica el trabajo, pues los chicos intentan menoscabar su autoridad y las chicas flirtean con él. No es un profesor vocacional, sino un escritor en ciernes que escucha a Brian Eno y venera a John Lennon.

Una novela a la misma altura que las anteriores. Knausgard no pretende tener estilo, sino ser veraz, implacable

La música pop no es un mero entretenimiento, sino la atmósfera que mantiene unidos sus recuerdos. Ese efecto evocador no imprime a la música un sentido: "En la música no hay significados, no hay sentidos, no hay personas, sólo voces", que pueden interpretarse como "huellas de otro mundo". Cuando corrige los tres primeros ejercicios de sus alumnos, experimenta una inesperada felicidad. Entusiasmado, pincha My Bag, de Lloyd Cole, y empieza a "bailar desenfrenadamente con los ojos cerrados". En la pesada oscuridad, experimenta la ebriedad de tener una identidad, pero al día siguiente le golpea la sospecha de "ser un ridículo adolescente que no sabe absolutamente nada". De hecho, aún es virgen y el sexo le inspira cierto temor. No le da menos miedo ser un escritor mediocre. No le gusta Kundera. Sus personajes parecen marionetas. En cambio, Hamsun le parece un maestro, que crea universos poblados por seres intensamente reales. Aunque le gusta García Márquez, su mundo barroco y complejo no se corresponde con su experiencia de las cosas: "Yo sólo te nía un mundo, y era sobre este mundo sobre el que tendría que escribir".

Bailando en la oscuridad está a la misma altura que las entregas anteriores. Knausgård no pretende tener estilo, sino ser veraz, sincero, implacable. Su prosa fluye como una interminable confesión, que rehúye cualquier forma de aleccionamiento. Su experiencia como profesor en Håfjord no es ejemplar. De hecho, ni siquiera es interesante. Lo más notable es que escribe un cuento, besa a una chica de trece años en un momento de ofuscación y, finalmente, se acuesta con una joven, logrando superar su tendencia a la eyaculación precoz. Estos hechos se mezclan con recuerdos de su familia, desdichada y disfuncional.

La trama es banal, pero la mirada de Knausgård reelabora lo vivido con enorme sabiduría narrativa, aprovechando cualquier nimiedad para avanzar en el conocimiento de sí mismo. Se ha comparado Mi lucha con una catedral, pero yo creo que más bien se parece a un modesto hotel, donde un huésped insomne medita, escribe y, ocasionalmente, baila.

@Rafael_Narbona