Anna North

Traducción de Laura Vidal. Alba. Barcelona, 2016. 281 páginas. 19'50€, Ebook: 7'99€

En el 2011 Anna North, editora del New York Times, publicó su primera novela, América Pacífica, una suerte de distopía apocalíptica en la que retrataba un mundo asolado por la segunda glaciación, y donde apenas quedan unos pocos reductos habitables para el hombre.



Vida y muerte de Sophie Stark es su segundo título, y la historia narrada nada tiene que ver con la anterior. Se trata de una obra de tintes realistas e intimistas en la que una serie de personajes recordarán a Sophie Stark, una peculiar, iconoclasta y reputada directora de cine que consagró su vida al arte. Para Sophie, el arte está en la vida misma, sobre todo en la vida de quienes tiene más cerca, y no dudará en recurrir a cualquier motivación, por dolorosa que pueda resultar al protagonista, para lograr su objetivo. La clave de este personaje bien puede sintetizarse en esta observación: "Creo que soy como esos cangrejos que se construyen a sí mismos con partes de otros animales" (p. 113).



Su historia, su vida, es narrada póstumamente por quienes mejor la conocieron -su marido, su hermano, su amante-, que ofrecen distintas percepciones de quien vivía en una continua contradicción existencial. A veces se nos presenta como una persona débil, y otras veces fuerte; lo mismo puede ser indecisa que actuar con determinación; es una "chica medio alternativa" (128), como la definirá Daniel, antiguo compañero de estudios. Su aspecto es andrógino y le cuesta relacionarse con la sociedad. La cámara es su vehículo comunicativo: "Pensaba que hacer películas me haría ser más como los demás. Pero a veces creo que me hace ser más yo." (p.188).



Más que películas sus creaciones eran documentales. El primero de ellos recreaba la vida del mencionado Daniel, brillante jugador de baloncesto; el segundo, el oscuro episodio de tintes sexuales de Allison, con quien mantendrá una relación amorosa; en el tercero se basa en la vida de la enfermiza madre de su esposo ya fallecida... Conoció a todos ellos gracias al cine -el nexo de su hermano Robbie se establece al ser él quien le regala la primera cámara-, y en cada uno de los seis puntos de vista se nos ofrece una visión particular de la protagonista; la única característica común en la percepción de todos ellos es la absoluta dedicación de Sophie al cine. Una dedicación que de una u otra forma marcó la vida -y no precisamente de forma agradable- de quienes se relacionaron con ella.



La caracterización del personaje está muy bien construida -aunque Sophie no logre despertar nuestra simpatía- y resulta encomiable la perfecta simbiosis estructural entre el fondo y la forma al equiparar la narración a los documentales que realizaba la propia Sophie.



En último extremo Vida y muerte de Sophie Stark trata sobre el arte, sobre lo que significa ser artista, sobre las obsesiones enfermizas de los artistas, sobre los límites morales de la creación artística... La máxima poundiana de "el arte por el arte" alcanza con Anna North una novedosa dimensión que trasciende las fronteras de la propia creación para interesar aspectos éticos y morales. ¿Acaso le está permitido todo al artista? Sophie utilizaba a las personas, las manipulaba y modelaba no en beneficio propio, sino de la obra de arte; le interesaban en tanto en cuanto podían ser explotadas artísticamente. "Na- da me ha alejado más de las personas que hacer películas" (p. 262), confesará. A primera vista todos ellos se consideran sus víctimas, pero ciertamente fue ella la auténtica víctima de su delirio.