Yo misma, supongo
Natalia Carrero
2 diciembre, 2016 01:00
Soy una caja (2008) y Una habitación propia (2011): que sabe retratar como pocos la soledad, la inseguridad y el anhelo de "ser" escritora como manera de estar en el mundo y en sí misma.
Ya en la primera página la autora muestra sus cartas al definir su novela como un "estudio de trozo de vida", un "texto-collage sobre cómo montar la novela de tu vida". Todo eso y mucho más es este libro: un relato sobre una joven marcada por su padre maltratador, que sólo puede pensarse como escritora; una joven que recurre a la prostitución de lujo para huir de casa; una casada y ¿feliz? madre que busca reafirmarse como escritora y vive angustiada por el dinero (que no tiene) y el sexo (que le exigen). De nuevo, Carrero dibuja a una mujer, Valentina Cruz, que es y no es ella misma, y que crea las cadenas que la paralizan mientras sigue contando lo que no está de moda, porque no es de fácil consumo, resulta inquietante y se prefiere ocultar. No se la pierdan, Yo misma, supongo es un festín.
Si el catálogo de una editorial es su mejor biografía, los primeros títulos de :Rata son además una declaración de intenciones literarias, con una descarada apuesta por otra manera de contar y ser en las letras españolas. Así ocurre, al menos, con Yo misma, supongo, tercera novela de Natalia Carrero (Barcelona, 1970), que confirma lo que ya apuntó en Ya en la primera página la autora muestra sus cartas al definir su novela como un "estudio de trozo de vida", un "texto-collage sobre cómo montar la novela de tu vida". Todo eso y mucho más es este libro: un relato sobre una joven marcada por su padre maltratador, que sólo puede pensarse como escritora; una joven que recurre a la prostitución de lujo para huir de casa; una casada y ¿feliz? madre que busca reafirmarse como escritora y vive angustiada por el dinero (que no tiene) y el sexo (que le exigen). De nuevo, Carrero dibuja a una mujer, Valentina Cruz, que es y no es ella misma, y que crea las cadenas que la paralizan mientras sigue contando lo que no está de moda, porque no es de fácil consumo, resulta inquietante y se prefiere ocultar. No se la pierdan, Yo misma, supongo es un festín.