Bárbara Jacobs

Navona. Barcelona, 2016. 409 páginas. 22'50€

La lectura de la nueva novela de Bárbara Jacobs (Ciudad de México, 1947) deja exhausto al más avezado lector. Presentada como novela y comercializada como tal, no parece una novela, o no solo parece una novela, o no siempre parece una novela. No pretendo poner a prueba la paciencia del lector, sino transmitir la complejidad de un libro que a menudo escapa a otra dimensión. De hecho, y como señala la autora en el "Índice razonado", en muchas de sus fases La dueña del Hotel Poe no es un texto cerrado, sino un conjunto de materiales que, debidamente seleccionados y organizados, podrían dar lugar a una novela.



Aunque lo cierto es que al presentarse como novela, la obra es, de hecho, una novela con adjetivos: experimental, desarticulada, contemporánea; una de las formas posibles de abordar la crisis -también aquí- por la que atraviesa el género desde tiempo inmemorial.



El texto está formado por un conjunto variado de escritos que el lector recibe como si fueran piezas que debe montar. La dificultad -o una de ellas- radica en que debe hacerlo casi sin instrucciones y sin un modelo claro para imitar. Algunos de esos materiales son: textos ensayísticos, la novela breve Objeto de segunda mano, fragmentos de un diario, reflexiones teóricas sobre cómo se construye una novela y sobre el hecho mismo de novelar, textos truncados, o cartas reales a personas reales que aceptan o no convertirse en personajes ficcionales de La dueña del Hotel Poe y asistir a una celebración que solo sucederá en la ficción. Una de las partes más significativas del texto está formada por la reflexión teórica sobre las relaciones entre la ficción y la realidad, que incluye análisis sobre los individuos que pueblan las primeras o sobre los elementos que convierten en ficcional una historia efectivamente sucedida.



También resulta interesante el estudio de los principios que diferencian una novela autobiográfica de una autobiografía o de una autobiografía ficcional, porque de todo ello hay en el texto. La parte narrativa, demasiado débil, trata sobre una escritora aquejada de un conflicto de identidad que dice ser la propietaria del Hotel Poe y que planea la celebración de una velada en ese lugar.



La novela es un desafío a un lector constantemente interpelado, a veces como cómplice y otras para sacarlo de la estupefacción y del pasmo. Y un experimento muy arriesgado -a menudo divagatorio- que en no pocas ocasiones peca de excesivo.