Luis Goytisolo. Foto: RTVE
Coincidencias es un retrato saltarín de un mundo idiota, con el que Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) continúa practicando, con matices, la estética y estructura que caracterizan a los textos recogidos en El atasco y demás fábulas: sesenta y tres fragmentos que parecen cruzarse en el aire o registrarse al vuelo en la calle, vidas cruzadas o mejor discursos cruzados, mezcla de voces tomadas al asalto por la retórica de una época. Personajes que están relacionados, sí, anécdotas engarzadas, también: pero sobre todo, las Coincidencias del título tienen que ver con los fetiches discursivos que sostienen toda la fealdad y crueldad de esos personajes y esas vivencias.La contraportada del libro se pregunta si estamos "propiamente" ante una novela. Bien, César Aira se burlaba en Continuación de ideas diversas de que "el modo más común de describir o recomendar novelas consiste en decir 'es sobre...', y a continuación poner el tema o ambiente o personajes". ¿‘Sobre qué' es Coincidencias? Sobre el sexo como exhibición o competición, el dinero, las nuevas tecnologías y los smartphones... Es un tratado de emprendeduría o la crónica de la articulación del poder económico en tiempos 'postodo' (el ideal, fantasea un personaje, "son salarios mínimos generalizados y consumo sostenido. Pero eso es sólo el ideal. Por no decir una utopía"; yuppies de Wall Street como marxistas insospechados).
Cuando la materia del escritor (o su enemigo) es tan amplia, ponerle nombre y concreción se convierte en la clave del texto. Y Luis Goytisolo le da el nombre más exacto y preciso: MasterChef. Lo gastronómico entendido como espectáculo de masas, azuce del individualismo y catarsis industrial de la supersalud hace que estallen las carcajadas del lector. El terror las acompaña. Hay algo entre elusivo y extravagante en los capitulitos que arman este libro. Surgen no se sabe de dónde, suelen incluir un giro cruel y ridículo al final, y se ensimisman en los bucles mentales de sus personajes, que son secretarias urdiendo estrategias sórdidas para lograr más likes en las redes sociales, o bien hijos de sagas empresariales decididos a abordar la robotización de sus empresas con sonrisa genuina y conciencia de Progreso, o bien hackers que no entienden preguntas morales (insistamos: no las entienden). Todo ello, con un oído sofisticadísmo por parte del narrador.
El resultado es divertidísimo y desolador, y aunque se le podrían encontrar muchísimos paralelismos estilísticos con clásicos de la modernidad, lo cierto es que tiene su gracia imaginarlo como un catálogo de cretinismo a lo Bouvard y Pecuchet en tiempos de una velocidad que no conduce a ningún lado.
En uno de los capítulos, se habla de los tránsitos urbanos como "conjunción de vidas en un lugar y en un momento determinados que, si por lo general es irrelevante, ocasionalmente puede dar lugar a un hecho cargado de consecuencias que no se habría producido de no ser por esa conjunción de personas y cosas"; y sin embargo, creo que una de las claves deliberadas del libro es que esas conjunciones y coincidencias no producen nada ni provocan consecuencias de ningún tipo.
Su narrativa cortocircuitada habla de un torbellino de acciones inútiles, siempre a expensas de ser subidas a la nube o eliminadas de la memoria precaria de los dispositivos. Sólo queda el hilo común del léxico: "business", "superguay", y siempre "MasterChef"... Así, si un personaje anciano recuerda sus intentos de juventud por dotarse de identidad propia acuñando un juego de palabras que lo identificara como empresario ("cocotrilo", se hacía llamar, la lerdez siempre estuvo ahí), sus hijos y nietos sólo conciben zambullirse en el gran lenguaje cosmopolita de la tontería.
"Van a por nosotros", dice uno de los personajes de Goytisolo, en su condición de transeúnte. "Van a por nosotros", recitaban los miembros de Accidents Polipoètics (véase en Youtube) mientras acumulan frases, tópicos y órdenes garantes del orden ("di que sí a tu jefe") que todos reconocemos. Esa misma acumulación de tristezas modernas irremediablemente ridículas, absurdas y merecedoras de burla es la que enfoca Coincidencias, una novela sobre nosotros.