Fernando Luis Chivite

Baile del sol. Tenerife, 2016. 190 páginas, 18 €

Tras un prolongado silencio narrativo (su último libro, Apuntes para un manifiesto futuro, apareció en 2009), Luis Fernando Chivite (Pamplona, 1959) vuelve a la novela con El invernadero, historia plural de vidas fragmentadas sobre una búsqueda y varios hallazgos.



La trama es en apariencia sencilla: un escritor en crisis se instala varios meses en Berlín mientras busca a un íntimo amigo de la infancia, Lander, un científico acosado por la desdicha. En su aventura, el protagonista se cruza con espléndidos secundarios que se apoderan del relato, como la asombrosa Marlene; Ice Berg, una uruguaya embazarada que cuida a un anciano enfermo de alzheimer; Furey, el casero asesino, o Harriet, a la que han amputado las piernas. Sobre todo ellos (y sobre decenas de anónimos con los que se cruza en autobuses y bares y cuyas historias escucha perplejo) arroja el escritor su mirada distante y asombrada, tan abismado en sí mismo que le resulta extraño que Lander, antes de desaparecer, diga que iba a "afrontar el olvido como quien afronta un trabajo", sabiendo que su amigo ha perdido en apenas veinte meses a todas las mujeres de su vida (sus dos ex parejas, madres de sus dos hijas, tambien muertas, a su última amante...).



Conviene dejar claro que el relato no tiene nada de policial y sí mucho de azaroso. También que Chivite, ganador del premio Café Gijón en 2006 por Insomnio (Acantilado), demuestra en cada página que domina el relato y sabe mantener la tensión y el interés creciente del lector, aunque el desenlace acentúe la sensación de precariedad y abandono del hombre contemporáneo. Un buen libro.