El monarca de las sombras
Javier Cercas
24 marzo, 2017 01:00Javier Cercas. Foto: Joan Tomas
Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) considera novelas del punto ciego aquellas que plantean una pregunta a la cual es imposible responder, de modo que la única explicación está en la escritura de la novela. Esta interrogante aparece en algunas grandes novelas: ¿está loco don Quijote? (Quijote); ¿qué mueve al capitán Ahab en su obsesiva persecución de la ballena? (Moby Dick); ¿por qué un soldado republicano perdona la vida de Rafael Sánchez Mazas en un episodio de la guerra civil? (Soldados de Salamina). A las novelas del punto ciego se añade El monarca de las sombras. En ella también se plantea una incógnita que no admite respuesta unívoca: ¿qué ha llevado a Manuel Mena a combatir como voluntario con el ejército franquista en la guerra civil, defendiendo en el bando equivocado una causa que no era justa ni era la suya?Manuel Mena era tío abuelo de Cercas y fue el héroe admirado por la madre de Cercas. Tuvo la que los clásicos consideraban una "muerte bella": cayó herido en la Batalla del Ebro y murió en Bot en 1938, a los 19 años. Con esta historia Cercas escribe su novela más personal. Porque lleva a cabo un exorcismo que es un ejercicio de catarsis. Quien había indagado en Soldados... en busca de aquel miliciano en pugna contra la muerte y el olvido, se enfrenta ahora con sus demonios familiares en la recreación de la figura de Mena con el fin de comprender la carga de su herencia familiar, con sus antepasados en Ibahernando, que tomaron partido por los sublevados.
Con valentía y ganas de saber el autor investiga en la historia de su familia, que es el grupo social donde nace y se cría Manuel Mena, de forma que ambas vertientes, la familiar y la individual, van creciendo con las pesquisas llevadas a cabo. Como es habitual en las novelas de Cercas, realidad y verdad histórica son el objetivo principal del narrador, que quiere atenerse a los hechos como investigador, evitando toda ficción imaginada por el literato.
Para ello se desdobla en la figura del yo narrador (Javi, Javier) y la de Javier Cercas, autor real a quien el narrador se refiere como si fuera otra persona. Porque el narrador, aunque lleve el nombre del autor y encarne rasgos suyos, es una figura ficticia, como cualquier personaje. Esto facilita el juego creador que permite a Javi narrador investigar y contar ajustándose a la realidad de los hechos y, como no es un narrador fiable, imaginar situaciones para recrear lo que no se sabe, a veces mediante la preterición, afirmando que no dirá lo que ya está diciendo.
Hay, pues, dos historias en la novela: la de la vida de Manuel Mena, desde su euforia juvenil hasta su desencanto en su madurez anticipada, en el pasado, y la investigación del narrador en el presente para conocer la peripecia de su tío abuelo y para merecer completar el libro que Cercas llevaba en su cabeza desde hace tiempo. Ahora lo ha escrito en diálogo creador con otras novelas suyas, en juego entre la realidad y la ficción, y con obras ajenas como El desierto de los tártaros, de Buzzati, o el cuento de Danilo Kis Es glorioso morir por la patria. También con la Ilíada y la Odisea, que le ofrecen la figura de Aquiles como un héroe (la primera) o como un "monarca del reino de las sombras" en el Hades (la segunda). En suma, una novela excelente, antibelicista, muy bien escrita y muy interesante tanto en su exploración del pasado como en el ludismo creador de su propia escritura.