Gabi Martínez. Foto: Carles Mercader

Seix Barral. Barcelona, 2017. 496 páginas. 18,90 €, Ebook: 12,99 €

Autor de una media docena de obras narrativas presentadas como no ficción, Gabi Martínez (Barcelona, 1971) completa en su séptima entrega, Las defensas, una novela ambiciosa que también se ofrece como una historia "basada en hechos reales" (p. 12). En ella se cuenta la encarnizada experiencia clínica del doctor Camilo Escobedo, quien, considerado como loco por su trastorno bipolar e ingresado primero entre compañeros neurólogos y derivado luego a tratamiento psiquiátrico, siempre sospechó que padecía la enfermedad a la que había dedicado muchos años de estudio en su trabajo como neurólogo: una encefalitis autoinmune, enfermedad hasta entonces desconocida y ahora descubierta por obra de un neurólogo catalán afincado en Estados Unidos. Al final se descubre que así ha sido y que su caso es extraordinario en las estadísticas: el de uno entre tres mil millones. Estamos, pues, ante una asombrosa historia de superación con final feliz tras varios episodios de trágica lucha con la supuesta locura, el alcohol y una separación matrimonial.



La novela tiene tres partes fundamentales. Primero hay un breve prólogo, "Un segundo para dos años", en el cual el autor da cuenta de cómo el doctor Escobedo le propuso que contase la historia de sus "caídas y ascensos". Después viene el cuerpo central de la novela en treinta capítulos numerados y en desorden cronológico que el autor escribe, de acuerdo con lo que el médico le ha ido contado, desde la primera persona del protagonista y narrador de su propia historia. Finalmente, sigue un breve epílogo, de nuevo contado por el autor en primera persona, en el cual se resume la información sobre la vida posterior de algunos personajes de la novela. Por último se añaden dos apartados más como paratextos en los que el autor amplía la información sobre esta variante de manuscrito encontrado que es la información oral que el neurólogo le ha ido contando. Estamos, pues, ante un planteamiento técnico que permite al autor obrar con absoluta libertad. Porque, como Cervantes en El Quijote, conoce desde el principio el final y los entresijos de la historia que está contando. Por eso puede tomarse todas libertades, amparado en que cuando el neurólogo real leyó el libro "comentó que, al margen de las ficciones, aquello contenía una verdad que deseaba transmitir" (p. 491).



Hay que reconocer que Las defensas es novela de alto mérito literario. Porque la desgarrada historia clínica, existencial, familiar y profesional del protagonista, que es dramática en sí misma, transcurre entreverada de referencias a episodios históricos importantes desde la transición española hasta el presente en pleno siglo XXI. Por eso el título es dilógico: alude a las defensas lesionadas del cuerpo del protagonista y también a la lucha de su hija Leire contra el sistema políticosocial enturbiado por la corrupción y el arribismo de los que mandan o quieren mandar más.



También es un acierto poner de relieve la terrible paradoja encarnada en la trágica aventura del protagonista: su desgracia personal como víctima de una tremenda enfermedad no conocida hasta entonces y su satisfacción por habérsela autodiagnosticado cuando nadie entre sus colegas le hacía caso. Ésta es su íntima esperanza: "No me asusta lo que venga, los coletazos ocultos de una enfermedad recién llegada, las posibles consecuencias. No me asusta porque esta es mi enfermedad y sé que la hemos vencido al nombrarla" (p. 484).