Cristina Sánchez-Andrade. Foto: Archivo de la autora

Anagrama. Barcelona, 2017. 331 pp, 20€. Ebook: 9'99€

Las novelas que conozco de Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) señalan a un escritora decantada por mostrar una realidad orlada de extrañeza y exotismo. Con firmeza ancla también en esta visión misteriosa del mundo Alguien bajo los párpados. El argumento une dos historias emplazadas en un mismo escenario y distanciadas en el tiempo. Una, reciente, refiere las peripecias del viaje en coche de dos ancianas, una señora acomodada, doña Olvido, y su criada, Bruna. La otra se remonta a la República, la guerra civil y el comienzo de la dictadura. El viaje propicia el rescate del pasado y la pintura panorámica de un peculiar grupo familiar cuyo centro lo ocupan la señora y su sirvienta-compañera de siempre.



No traiciona esta pincelada argumental el contenido de la novela, pero se queda en eso, en el hilo anecdótico sin señalar la riqueza imaginativa que la convierte en una narración fascinante. Un elemento capital de Alguien bajo los párpados es la determinación de hacer algo hoy poco apreciado, una novela de personaje; de un doble personaje, Olvido y Bruna, una pareja memorable. Solo por disfrutar de los sutiles matices de las relaciones tormentosas entre seres antitéticos merece la pena leer el libro. La autora le saca gran partido al fondo de psicologismo clásico que sostiene la ideación de las dos mujeres. El engañoso esquematismo de un retrato de filiación un tanto quijotesca se eleva hacia cotas de hondura y de veracidad individual, y contiene intensos diagnósticos de la amistad y de la soledad. Esa misma mirada introspectiva proporciona un buen puñado más de personajes complementarios que pueblan la novela con sus extravagancias, ruindades, ilusiones, fracasos... Entre todos, Sánchez-Andrade muestra una magnífica galería de almas, algunas muy enfermas; una pequeña comedia humana donde se encuentran la bondad, la crueldad, el fanatismo, el sexo...



Esta jugosa materia se cimenta de un modo nada convencional. La autora esquiva el realismo común y da rienda suelta a una creatividad absoluta. La aventura viajera de las dos mujeres se desarrolla en medio de datos chocantes: la gaviota que no se desprende del techo del coche o la ayuda de la policía para que Bruna recupere la dentadura postiza perdida en el campo... El grupo familiar es un atadijo de seres excéntricos en el límite de la verosimilitud y en su entorno se desgranan episodios de supersticiones y "meigadas". Toda la obra tienta la arriesgada frontera entre realidad y fantasía y crea un sugestivo territorio a caballo del testimonio, la superchería y el mito. Esta especie de realismo mágico en el que lo insólito resulta creíble no es, sin embargo, un disparadero para el fantaseamiento gratuito. En él cabe también la percepción verista de la realidad con que se anotan las barbaridades de falangistas y franquistas contra los republicanos.



Fantasía y humor van de la mano en Alguien bajo los párpados. A los disparatados episodios se suma un aire generalizado de farsa jocosa y esperpéntica. Las magníficas dotes inventivas de Sánchez-Andrade deparan una fábula carnavalesca tan loca y divertida como engañosa, porque cuenta una tragedia. Su fondo es un retrato intensamente emotivo del desvalimiento humano.