Hermann Ungar
Una vida tan corta como 36 años -que incluyó salir gravemente herido de la Primera Guerra- le bastó a Hermann Ungar (1893-1929) para ocupar un lugar preeminente en la historia de la narrativa centroeuropea del siglo XX. Aunque ya se habían traducido en nuestro país algunas de las novelas más célebres, relatos y nouvelles del escritor checo, es una gran noticia que Siruela haya apostado por recopilar su narrativa completa. Siendo contemporáneo de Kafka y tan checo-alemán como él, en la vida y en la escritura, las comparaciones entre ambos siempre han sido inevitables. Podría decirse que, mientras Kafka parece rompedor e hiperbólico en cada texto, Ungar arranca de un clasicismo que poco a poco revienta las propias costuras, hacia una innovación y unas formas de contar que se anticipan al futuro, por la manera de abordar muchos asuntos y por el ángulo particular del escritor.Así, dentro de esta colección, "Un hombre y una muchacha", buen retrato de la crueldad y de los malos sentimientos, puede sonarnos en parte anticuado y hasta con un final beatífico (casi una conversión con moralina) pero, conforme avanzamos por los demás textos, descubrimos pasajes llenos de misterio y suspense que nos sacuden y cautivan. Véase, si no, la figura del falso general en "Historia de un asesinato", la prodigiosa caracterización psicólogica del anciano desde la voz del hijo, que cumple veinte años de condena en una prisión.
El análisis de acciones y comportamientos fue, sin duda, una de las mejores armas de Hermann Ungar, gran observador de la psicología humana: por qué mentimos, por qué inventamos, por qué somos crueles y despreciamos o maltratamos a los otros, de dónde surgen los deseos de venganza, cómo operan los complejos de inferioridad, etc. Novelas como Los mutilados nos conmocionan al mostrar de qué son capaces los seres humanos cuando les ahoga una experiencia traumática que destroza nuestro equilibrio emocional. También aquí, como en Kafka, el dominio del padre sobre el comportamiento futuro del hijo (el empleado de banca Franz Polzer) o el asunto de la aceptación del castigo, es determinante.
Ungar no dulcifica en esta tremenda obra el retrato de la crueldad, la humillación o los laberintos de una sexualidad ruin o envenenada. También un individuo débil y enfermizo es el profesor protagonista de La clase, donde de nuevo se habla de las formas de control y dominio (sobre los alumnos, la esposa…) y de la devastadora y patológica mente de muchos seres humanos. Una mención aparte merecen los grandes relatos que escribió el autor checo (y que se fueron publicando principalmente en la prensa de Berlín y de Praga). No es casual que uno de ellos, "El viaje de Colbert", le pareciese a Thomas Mann una absoluta obra maestra. Resulta deslumbrante, por su ritmo, por su suspense, por la tragedia contenida que desgrana, por esa mezcla de salvajismo y delicadeza que transmite mientras nos cuenta el apasionado proyecto de Colbert de viajar a París en compañía de su criado. Grandiosa la dialéctica entre la luz ingenua del señor y el oscuro resentimiento que oculta el alma del sirviente. Hipermoderna la concatenación de imágenes de "Sueño". Y mucha belleza trágica en la estampa de "Sanatorio", de "Carta a una mujer" y de "Biba se muere".